Cada 2 de febrero se celebra a la Virgen de “Candelaria”, coincidiendo con la celebración de la presentación del Señor y la purificación ritual de la Virgen María. En varias partes del mundo, la fiesta se conoce como la fiesta de las luces.
Redacción Perspectiva
Algunos sostienen que comenzó en oriente con el nombre del “Encuentro” y luego se extendió a occidente en el siglo VI, llegándose a celebrar en Roma con carácter penitencial.
En la ciudad de Guatemala la fiesta se concentra en la Parroquia de Nuestra Señora de Candelaria que fue trasladada al valle de la Ermita a finales del siglo XVIII.
Una tradición arraigada entre los católicos guatemaltecos es la de mantener el nacimiento hasta el día 2 de febrero, día en el que pasa la Virgen a bendecir los hogares donde se cumplió con la elaboración del nacimiento.
El día se conmemora con una pequeña celebración a cargo de la persona que “saco el niño” de la rosca de reyes del 6 de enero.

Historia de la Virgen de Candelaria
Se desconoce con certeza cuándo comenzaron las procesiones con velas relacionadas a esta fiesta, pero ya en el siglo X se celebraban con solemnidad.
La advocación mariana de la Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de la Candelaria tuvo su origen en Tenerife (España). Según la tradición, la Virgen se apareció en 1392 a dos aborígenes “guanches” que pastoreaban su rebaño. Ellos al llegar a la boca de un barranco, vieron que el ganado no avanzaba.
Uno de los pastores avanzó para ver lo que pasaba y vio en lo alto una pequeña imagen de madera de una mujer, como de un metro de alto. En la imagen, la señora portaba una vela en la mano izquierda y cargaba a un niño en el brazo derecho, mientras que el pequeño llevaba en sus manos un pajarito de oro.
La Virgen de la Candelaria, patrona de Canarias, y se venera en la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria en Tenefire.
La fiesta de Candelaria recuerda el pasaje bíblico del Evangelio según San Lucas (2,22-40) que narra la presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén: “Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley —Levítico 12,1-8—: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones”.