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sábado, mayo 3, 2025

Crecimiento sostenido

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Por: Luis Rodrigo Asturias

Columnista de PERSPECTIVA

El análisis histórico de las brechas de crecimiento económico demuestra que las tendencias de expansión de dos dígitos son poco frecuentes. Por lo que es interesante el análisis de la economía China que ha presentado expansión ininterrumpida próxima a los dos dígitos en períodos cercanos. Por su parte, el Japón creció 9% anual entre 1953 y 1971, pero luego de la crisis del petróleo, su tasa de crecimiento se redujo notablemente.

Entre 1997 y 2006, el crecimiento en ese país fue de solo 0,9% anual. Por su parte, la República de Corea consiguió crecer 40 años al 8% (1965-2005), pero ya en el período 1997-2006 su crecimiento se redujo al 4,9% anual. Singapur creció al 8% anual entre 1960 y 1990, pero entre 1997 y 2006 su ritmo de la expansión se redujo al 5,4% anual. (CEPAL, 2015)

Al tomar en cuenta el análisis económico en el mediano plazo, se puede mencionar que el crecimiento depende de las contribuciones al producto que surgen del trabajo, el capital y la productividad. Por lo que un ritmo intenso de crecimiento durante varias décadas va asociado a procesos también intensos de urbanización, aumento de la esperanza de vida, reducción de la tasa de fecundidad, y aumento de la tasa de escolaridad, los que, junto a otros factores, van agotando las holguras del mercado laboral.


Al respecto, se estima que ya en 2012 China alcanzó el nivel máximo de su fuerza de trabajo disponible. Li Keqiang, Informe sobre la labor del gobierno, presentado el 5 de marzo de 2015 ante la III Sesión de la XII Asamblea Popular Nacional».


Es necesario acentuar que la  ampliación del stock de capital, en donde es evidente que tasas de inversión de 50% del PIB no solo no son sustentables, sino que se apoyan en distorsiones marcadas en la economía. Estas distorsiones se pueden observar en la sobreproducción amparada en subsidios, créditos baratos y ventajas administrativas; los impactos adversos sobre el medio ambiente, si las inversiones son intensivas en energía (y con mayor razón si ésta se basa en carbón y la eficiencia energética es baja), y el deterioro de la  distribución del ingreso, al privilegiar la participación del capital en el ingreso nacional por sobre la de los salarios.

El avance en la productividad asiática es el resultado del crecimiento económico. Este es justamente el sentido de las reformas económicas en curso en China. Sin embargo, no es esperable que la productividad dé saltos espectaculares en plazos cortos, ni tampoco que los avances se pueda mantener en el tiempo, sin cambios estructurales de fondo que mejoren la capacidad competitiva, tecnológica y de innovación en los nuevos sectores manufactureros y en los servicios.

En definitiva, cuando la brecha de ingresos per cápita con las economías industrializadas es importante, es más fácil crecer a tasas cercanas a los dos dígitos, aprovechando el catching-up tecnológico, el desplazamiento de la mano de obra desde áreas de baja productividad a otras de mayor productividad, las ventajas del comercio exterior y la atracción de inversión extranjera directa. En el caso de China, tras haberse transformado en la mayor economía mundial (medido en paridad de poder adquisitivo) y el principal exportador, es evidente que los nuevos impulsos del crecimiento deberán provenir de actividades industriales y servicios más en línea con la acentuada dinámica del avance tecnológico. (Cepal, 2015)

 

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