“El valor del propósito organizacional es coordinar la armonía de las partes interesadas y castigar las conductas egoístas de las partes interesadas en un sistema de este tipo. Este propósito las involucra, las une y las motiva a seguir adelante en un viaje que sea significativo para cada una de ellas.”
Por Doctor Virgilio A. Cordón
El director quiere que sus gerentes desempeñen una tarea o función, pero no siempre les es posible supervisar ni evaluar sus esfuerzos. Si los accionistas incentivan a los altos directivos en función del valor para ellos, los altos ejecutivos podrían entonces hacer que los gerentes rindan cuentas por los indicadores clave de rendimiento, que contribuyen al valor para los accionistas.
Dentro de esta lógica, una sensación de compartir un propósito, puede ofrecer una guía y un incentivo útiles para los gerentes sobre qué hacer cuando las condiciones de su contrato de trabajo no dictan su próxima acción. Por ejemplo, cómo responder a una variación inesperada, cómo plantear una idea de mejora, cuántas horas extras trabajar o cuánto cuesta tratar de resolver problemas complejos.
Es hora de actualizar nuestras teorías y en lugar de concebir la empresa como un conjunto de gerentes que redactan contratos especificando funciones y tareas para luego hacer que los trabajadores los cumplan, necesitamos desarrollar teorías que se adapten mejor a las organizaciones que dirigimos o asesoramos.
Las organizaciones compiten ahora de forma global y digital, por lo que requieren contribuciones cada vez más complejas que no se pueden especificar en un contrato laboral por adelantado. Los empleados deben estar motivados para ir más allá de las condiciones de los usuales contratos. Algunos colaboradores buscan valor en sus inversiones o préstamos, otros requieren una combinación de salario o pago y una sensación de realización personal. Algunos están motivados por el progreso en un tema o causa. Otros quieren ser reelegidos y utilizar sus cargos para fines más amplios.
El valor del propósito en la organizacion es el ayudar a coordinar la actividad entre las partes interesadas en este complejo sistema y unirlas para alcanzar sus objetivos. De esta manera, las empresas son lugares de reunión en los que un conjunto de partes busca avanzar hacia sus objetivos. Cada parte toma decisiones sobre cuánto y qué contribuir y cuánto exigir y aceptar a cambio.
“El valor organizacional inspira a las partes interesadas individuales a esforzarse por lograr una colaboración desconocida e incognoscible a nivel de sistema. Lograr tal claridad con un sentido de propósito compartido es el desafío canónico de la gestión moderna.”
Las contribuciones, más allá de las condiciones de los contratos formales, pueden mantenerse porque cada miembro del sistema de stakeholders que ve los beneficios del propósito compartido ayuda a reforzar las normas de cooperación en todo el sistema. Cuando una parte interesada, ya sea un CEO, un gerente, un cliente, un proveedor o un miembro de la comunidad, infringe las normas y busca hacerse con una parte del valor que sus pares consideran injusta, todas las partes interesadas actúan para castigar este comportamiento desviado. La amenaza de castigo por parte de sus pares, cuando la claridad del propósito compartido es lo suficientemente fuerte, puede mitigar la amenaza.
Bajo “el norte” de valores compartidos, al igual que en las interacciones sociales humanas, las partes interesadas no solo toman decisiones sobre si mantienen sus contratos relacionales existentes o crean otros nuevos, sino también si castigan o recompensan a sus compañeros por sus elecciones.
Así pues, el propósito va más allá de una simple frase bonita colgada en la recepción de la empresa. Debe ser la brújula que marca el norte de todas las decisiones dentro de la organización. Éxitos.