Este 15 de enero se conmemora el día del Cristo Negro de Esquipulas, la celebración será muy distinta a la que se vive cada año debido a la pandemia. Sin embargo, esto no detiene a los miles de fieles que acompañan los festejos de forma virtual.
Redacción Perspectiva
Un grupo de peregrinos se reunió afuera de la Basílica de Esquipulas para cantarle las mañanitas a la imagen del Cristo Negro como se acostumbra cada año como una promesa hecha por un milagro recibido.
La Basílica permaneció vacía este 15 de enero debido a las restricciones impuestas por la pandemia del COVID-19.
La imagen del Cristo Negro de Esquipulas es venerada en todo centro América, México y parte de Estados Unidos en donde varias replicas han sido elaboradas para su veneración.

Historia del Cristo Negro
La historia del Cristo Negro de Esquipulas tiene una trayectoria de más de 400 años que une innumerables leyendas, la tradición oral y la fe de miles de devotos que a través de los siglos han narrado su origen.
Fue por petición de Fray Cristóbal de Morales, Provisor del Obispado que el escultor Quirio Cataño realizó una escultura de un Cristo crucificado para que fuera adorado por los chortíes de Esquipulas.

La petición se realizó el 20 de agosto de 1595 y tiempo después el escultor entregó un cristo de color negro.
Sin embargo, fue hasta 1685 que se descubrió el contrato. Por lo cual el primer siglo del Cristo de Esquipulas su origen estuvo rodeado por mitos y leyendas.
El profundo color de la piel de Cristo ha motivado incontables leyes. Una de ellas, señala que el Cristo de Esquipulas estuvo encerrado en minas, en cuevas o algún lugar carente de luz que oscureció el barniz de la obra.
En 1723, la noticia histórica continuó corriendo y se publicaban teorías que aseguraban que su color era una representación de la muerte.
La versión de la iglesia, es que la imagen estaba ennegrecida por la constate exposición al humo de miles de velas, candelas y veladoras que ofrecían los peregrinos durante la adoración.
Pero, resultó que la imagen era tan impactante que tanto la población maya como ladina sintió apego y relación, que fue más fácil simpatizar con la figura.
Los arqueólogos Samuel Lorhrop y Stephan Borhegyi sostienen que “el Cristo Negro es un hibridismo de una deidad prehispánica relacionada con el color negro que se hubiera venerado en la antigua Copán”.
De acuerdo con está línea de investigación, los indígenas más fieles rendían culto al Dios cristiano dado su parecido con las tradiciones indígenas del grupo Chortí.
Según los escritos de Borhegyi:
“Es una manifestación precolombina que manifiesta la creencia el poder curativo de la tierra —geofagia—, que en Esquipulas está asociado al culto, y en el sagrado simbolismo del negro”. Al llegar la etapa colonial, se extendió en América el poder curativo del Cristo Negro.
En otras regiones de mesoamerica se han registrado otras imágenes de un Cristo negro que estaban formados bajo sus propios ámbitos y creencias según la población al que pertenecieran. Tal es el caso de los Cristos de Tila y Otitlán, ubicados en Chiapas y el Cristo Negro de Flores, Petén.