Con la mediación y apoyo de Mycol Portillo del Cid, defensor de Luis Alberto Lima Oliva, logramos esta entrevista con el politólogo Luis Lima Oliva, autor de En el nombre del Padre…la vida del capitán Byron Lima, uno de los libros guatemaltecos más leídos en 2017 y quien desde hace tres años y ocho meses se encuentra en prisión preventiva por fraude, si bien este delito solo se imputa a los empleados públicos y él afirma que jamás fue un servidor del Estado.
Roxana Orantes Córdova
El abogado defensor de Luis Alberto Lima Oliva, detenido en «prisión preventiva» hace casi cuatro años, accedió a trasladarle nuestro cuestionario y a su vez enviarnos las respuestas. Esto hizo posible la entrevista que publicamos hoy, donde un ex catedrático universitario egresado de la Universidad Rafael Landívar y analista en medios escritos, narra cómo su vida cambió radicalmente a partir del “caso Gerardi”, que devastó a su familia.
Lima alcanzó la adultez de forma abrupta, con la captura de su padre, el coronel Byron Lima Estrada y hermano, capitán Byron Lima Oliva, ambos acusados y condenados por la muerte del obispo Juan Gerardi, en abril de 1997.
Politólogo, catedrático universitario en Marketing político y autor de uno de los dos libros guatemaltecos más leídos en 2017, Luis Lima está convencido de que terminó en una prisión preventiva absurda y prolongada como consecuencia de su búsqueda de esclarecer el asesinato de su hermano mayor.
Según narra, desde que sus familiares fueron capturados en 1998, cuando él tenía 19 años, Luis Lima se encargó de su familia y emprendió una batalla por demostrar la inocencia de sus familiares. Al respecto de la captura, un medio escrito señala:
“Una de las pruebas más contundentes para enviar a los Lima a prisión fue una placa de un carro que vio un taxista que pasaba por el área. El taxista resultó ser el sobrino del general Jorge Perussina Rivera, con quien Byron Lima Estrada tenía fuertes conflictos” (El Periódico, 29/12/2019).
“Dediqué la mayor parte de mi tiempo a mi trabajo, a estudiar y apoyar a mi padre, detenido 12 años, y mi hermano, detenido 16 años hasta el día que murió. Ambos presos por un delito que nunca cometieron”.
Cuando fue detenido, hace casi cuatro años, Luis Lima dejó un bebé que entonces tenía tres meses. Además, tiene una hija de 16 años que no vive en Guatemala.
¿Qué lo motivó a escribir el libro y de qué trata?
Este fue un proyecto que mi hermano Byron tenía previsto hacer al momento de recuperar su libertad, la idea inicial era narrar su vida desde niño, joven, su carrera militar, sus logros deportivos y finalmente su vida en las diferentes cárceles en las que le tocó vivir.
El objetivo del libro en su primer momento era narrar características y pensamientos de Byron, anécdotas y análisis sobre muchas cosas que pasaron a lo largo de su vida, ejemplos como la guerra, cómo fue ser un oficial del ejército a los 16 años de edad en momentos difícil del conflicto armado interno, narrar su experiencia como oficial y deportista, la lamentable conspiración del Caso Gerardi en la que se ve involucrado con mi padre. Finalmente se buscaba narrar las vivencias en el sistema penitenciario guatemalteco, las grandes dificultades para sobrevivir en un submundo que es la cárcel y que ahora yo conozco en carne propia.
Lamentablemente, el proyecto quedó en borrador, mucha información fue secuestrada por la CICIG y otra información, robada por la colaboradora eficaz para intercambiarla por beneficios.
Decido entonces recopilar información, buscar personas que conocieran esas etapas de mi hermano Byron y narrar su vida de la manera más imparcial.
De alguna manera concluí este proyecto con muchas dificultades, sé que hay algunas cosas que no se abordaron exhaustivamente y otras que quedaron inconclusas. El plan al final, era que la vida de Byron fuera contada y se botaran mitos que la prensa activista creo alrededor de la figura de Byron.
Con este libro se buscó en una pequeña medida destruir la patraña judicial que fue el caso Gerardi y desarticular la narrativa de la izquierda que ha lucrado por años con la penosa muerte de Monseñor Gerardi.
En medio de la redacción del mismo soy detenido en el caso Caja de Pandora el 5 de octubre del año 2017. Concluyó el libro estando ya en prisión y logró publicarlo.
Fue uno de los libros más vendidos de autores nacionales junto con las memorias del ex presidente Álvaro Arzú.
¿Cómo afectó a su familia la acusación contra su padre y hermano?
En todo nivel afecto la acusación a la familia Lima. Dos grandes campos han sido los más golpeados en esta tragedia:
Económico: el gasto de una defensa técnica ante un sistema con una amplia carga ideológica es caro y prolongado.
Los gastos para sostenerse en prisión son difíciles y elevados, ya que en las cárceles del país no hay buena alimentación, medicinas ni acceso a cuestiones tan básicas como el agua.
Tener los recursos para los que se quedan afuera también complica la situación cuando se está en prisión.
Social: el desgaste social que vivimos ha durado más de 24 años. Se no ha tildado de tanta cosas a través del tiempo.
Puedo decir al 100% que hemos sido criminalizados, estigmatizados y satanizados como familia.
Se nos ha dificultado el acceso a empleos. Miembros de la familia menores de edad han sido víctimas de abuso verbal y psicológico gracias a la leyenda y narrativa perversa en contra de la familia Lima.
Gracias a las falsas acusaciones hechas por entes malintencionados hemos sido víctimas de amenazas e intimidaciones. Cuando se es miembro de una familia perseguida políticamente surgen muchos enemigos y se aglutinan intereses sectoriales.
En el caso concreto de mi padre y mi hermano, detenerlos y condenarlos fue una victoria mediática e histórica para la izquierda recalcitrante. Ellos combatieron a la guerrilla con nombre y apellido, mientras los subversivos pelearon con seudónimos, en la clandestinidad y al margen de la ley.
No puedo dejar pasar por alto que mi abuelo, quien fue un coronel de Línea, fue asesinado por la guerrilla en el año 1959, en la calle Martí.
¿Considera que el caso Gerardi fue el primero donde se politizó la justicia?
La muerte de monseñor Gerardi sigue afectando a mi familia, ya que a grupos de interés les sirve continuar lucrando con esta falsa narrativa.
Fue uno de los primeros donde se politizó la justicia, sin duda alguna. Fue la punta de lanza de la estrategia de desgaste que la izquierda fraguó contra el ejército de Guatemala.
De este caso surgieron acciones que ahora se replican en la mal llamada lucha contra la corrupción:
- Litigar en los medios activistas. Filtrar información para generar una opinión pública desfavorable para el acusado.
- Caer ante un Ministerio público acusador que fabrica pruebas y que invierte la presunción de inocencia.
- 3 Enfrentarse a un sistema de justicia cargado de ideología, parcializado y politizado que lo que menos hace es garantizar los derechos de los acusados.
- Linchamiento público a través de los medios de comunicación que responden a intereses particulares. Desde esa época ciertos medios de comunicación ya daban por hecho la culpabilidad de los procesados sin ser vencidos en juicio y en todas las instancias que tenemos como ciudadanos guatemaltecos.
Los grandes ideólogos de la izquierda saben perfectamente que la justicia transicional es la única arma que les queda. Han perdido militarmente, han perdido políticamente en las urnas y ahora han pasado la guerra al campo judicial.
Ellos han detectado que la forma de vencer al ejército y a sus simpatizantes es involucramos en crímenes de guerra y en actos de corrupción con la única misión de ellos minar la razón del ejército y desnaturalizar a quienes crean en el ejército o comulguen con el mismo.
Lo que pasó en el caso Gerardo fue el inicio de la guerra jurídica en contra de las fuerzas armadas. De ahí se desprendieron casos como el de Myrna Mack, las dos Erres, Xamán, Río Negro, Creompaz, Molina Theissen, actualmente el del Diario Militar. La paz se firmó pero la guerra nunca terminó.
¿En qué momento y como resulta ud acusado?
En mi caso concreto considero, que el haber intentado aclarar la muerte de Byron es lo que me tiene en prisión en estos momentos.
Desde 2914, la CICIG me tenía perfilado, pero no encontraron ninguna acción delictiva cometida por mí, porque nunca actué al margen de la ley. Hasta hoy sigo siendo inocente.
Antes de ser capturado, nunca había tenido problemas judiciales o policiales. Siempre he tratado de regirme bajo el imperio de la Ley y los sigo haciendo, puesto que estoy acá enfrentando a este sistema oscurantista y a sus operadores inquisidores.
Con la muerte de Byron en el año 2016, salgo a luz pública con la intención de aclarar su asesinato y el de otras 13 personas. Hasta hoy sostengo que la muerte de él fue una ejecución extrajudicial en la que participaron miembros de seguridad pública del Estado y personas del crimen organizado.
Me convierto en querellante adhesivo para aclarar el crimen y además me vuelvo representante de mi hermano para los juicios de extinción de dominio que orquestó la CICIG en contra de los bienes de Byron y sus hijas.
Este activismo me valió ser visto como una amenaza para los planes de la FECI y la CICIG. En un primer momento, pequé de ignorancia, al creer que estos entes harían algo para aclarar la muerte de Byron. Tampoco vi que estaban fraguando un ataque contra el alcalde Álvaro Arzú, para reactivar el tema de la muerte de Gerardi.
Cuando detecto que la CICIG y la FECI eran parte de la ejecución extrajudicial, ya era muy tarde para mí. Fui vinculado a casos de corrupción para desprestigiar el trabajo que estaba haciendo, básicamente averiguar la verdad y lograr el castigo a los verdaderos culpables.
Inicialmente, Alejandra Reyes Ochoa, la colaboradora eficaz, sin duda alguna fue presionada por la CICIG y la FECI, para involucrar a una serie de personas, incluyéndome.
Lo interesante de mi caso es que la colaboradora eficaz no me menciona en su prueba anticipada porque no tenía como indicar que yo hubiera hecho algo malo.
El segundo momento es cuando ella se ve acorralada con otras acusaciones, además de la presión de perder a su hija (mi sobrina), y decide plegarse al libreto e historia formulados por la CICIG. Entonces, narra una serie de cuestiones que no son ciertas, y hasta el momento no se han podido verificar. En su prueba anticipada, narra hechos que no le constan.
En tercer lugar, se enrola sentimentalmente con un investigador de la CICIG, para que ellos le ayuden a desvanecer algunas de sus acciones que pudieron haber reñido con la ley.
De esa forma, el comportamiento de ella y su círculo familiar me fue endosado por la fiscalía y así es como termino detenido por el delito de fraude ante un fideicomiso de la Municipalidad de Guatemala.
Es necesario enfatizar que el delito de fraude lo comete un empleado público, un funcionario público o una persona que tenga dos o más contratos con el Estado.
En mi situación concreta:
Yo no enmarcó en el delito de fraude, la fiscalía lo sabe, la jueza Afán lo sabe, pero los que operan la política antisistema saben que tener a un miembro de la familia Lima genera expectativas, además, teniéndome en prisión prolongada me impiden buscar a los culpables de la muerte de mi hermano.
1. No fui empleado público de la Municipalidad de Guatemala ni del fideicomiso.
2. No fui funcionario público porque no he corrido a cargos públicos ni he tenido nombramientos en esa materia.
3. En una ocasión fui contratista del Estado pero sin ninguna sanción por parte de la Contraloría General de Cuentas.
¿Cómo va el proceso en su contra?
Fui detenido el 5 de octubre del año 2017. Llevo actualmente 3 años 8 meses y 5 días en prisión preventiva. Fui enviado a juicio por el delito de fraude que contempla una pena de 10 años. No hay fecha ni tribunal para iniciar el debate.
Se me ha denegado tres veces la revisión de la medida de prisión preventiva bajo el argumento de obstaculización de la averiguación de la verdad. Sin embargo, todo el personal de la Municipalidad y fideicomiso, acusados por el mismo delito, goza de medida sustitutiva por fianza.
La mayoría de los detenidos en este caso, cumplió la pena sin ser vencidos en juicio.
¿Cómo es la vida en Mariscal Zavala?
El día a día en la cárcel del Mariscal Zavala no varía de las demás cárceles del sistema penitenciario.
Estamos sujetos a los controles establecidos en los protocolos del sistema qué son los conteos de privados de libertad a las 6 de la mañana y a las 6 de la tarde para verificar nuestra presencia en el centro carcelario o que no nos ha pasado nada.
Muchas personas malintencionadas de medios de comunicación y algunas personajes de la autollamada sociedad civil han dicho que está cárcel es una cárcel de privilegios, una VIP.
Considero que esta cárcel tiene muchas deficiencias. Los que dicen que es una Cárcel VIP es porque nunca han puesto un pie en ella.
En comparación con otras cárceles, por ejemplo, acá no hay un sistema educativo para seguir formándose, no hay áreas para poder trabajar, no hay áreas adecuadas para la salud. Lo poco que hay en esas áreas es de manera informal y porque muchas han sido iniciativas de los mismos privados de libertad.
Con esto no quiero decir que el Sistema Penitenciario no tenga la intención de hacerlo, se sabe perfectamente que el SP carece de presupuesto y de personal por lo que la rehabilitación y la reinserción es casi utópica.
La cárcel es la sociedad que muchas personas no quieren ver, pero en este sistema tan frágil son segundos los que se necesitan para ingresar a una cárcel.
En nuestro caso considero que somos en buena parte prisioneros de Guerra, no de la guerra convencional, somos prisioneros de la Guerra jurídica.
Si no hay fortalecimiento espiritual y mental la cárcel lo quiebra a uno como ser humano. Es muy duro cada día. Cada día en la cárcel es un día de sobrevivencia.
¿Hay abuso de prisión preventiva en su caso?
Por supuesto que la hay. Todos los casos de FECI se caracterizan por el abuso a la prisión preventiva. En el fuero especial que son los juzgados, tribunales y salas de mayor riesgo, la norma es quedar en prisión preventiva.
E n este fuero especial el acusado debe demostrar su inocencia, lo cual viola la Constitución Política de la República. La FECI jamás buscará pruebas de descargo, porque sabe que tendría que soltar a muchos acusados.
Más que jueces de garantías, los jueces como Erika Aifán parecen fiscales. Van con la idea preconcebida de que el acusado es culpable y hacen lo posible para ponerlo en una posición de desventaja al momento de la defensa.
En mayor riesgo no hay igualdad ante la ley. En esa estructura criminal de jueces y magistrados la justicia no es ciega. La justicia ahí es selectiva y diferenciada.