En 2013, Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque Márquez escribieron La economía naranja, una oportunidad infinita, libro que cada vez tiene más vigencia, y debiera ser texto de aprendizaje para los emprendedores chapines, considerando el auge de este sector en el mundo, y su potencial en América Latina.
Redacción Perspectiva
Las industrias creativas que constituyen la llamada “economía naranja”, son un campo ilimitado que abarca desde la arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software, TV y radio, y videojuegos.
Entre 2002 y 2011, las exportaciones de este rubro crecieron en 134%, convirtiéndose en importante producto de exportación. El libro de Buitrago y Duque señala la distinción entre bienes creativos: artes visuales y performativas, diseños, artesanías, audiovisuales y medios nuevos, y los servicios creativos: arquitectura, recreación, cultura, investigación, publicidad y desarrollo.
Un elemento que distingue al comercio creativo es que sus transacciones se realizan cada vez más por Internet. Además, es menos volátil que otros rubros. El sector fue bautizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), como “economía naranja”, porque es un color que para muchas culturas se relaciona con la creatividad y la felicidad.
Centroamérica podría ser un campo fértil para desarrollar esta economía, debido a que cuenta con una rica herencia cultural. Esta potencialidad es una oportunidad para los emprendedores creativos de la región, quienes podrían desarrollar un campo que ha demostrado ser muy productivo en el mundo.