Mario Mérida
Hace unos años escribí el artículo “HACIA LA II REPUBLICA” (2011). Perspectiva vista con escepticismo, incluso por aquellos que desconocen la historia nacional. Sin embargo, el tiempo me ha dado la razón.
La resistencia al cambio, surge de la incertidumbre acerca de los resultados favorable que esperamos. Así que, Pensar en refundar la República es insensato para unos pocos e indiferente para un buen número de conciudadanos, que han aceptado como máxima expresión de la democracia, los procesos electorales que se realizan cada cuatro años, sin dejar de reconocer la responsabilidad que tienen aquellos que han ejercido el gobierno de la nación en los últimos años, al menos eso se colige del abstencionismo y la falta de legitimidad que le reconocen a quienes resultan vencedores en las elecciones.
Guatemala alcanzó la condición de República (21/Marzo/1847), hace 174 años mediante el Decreto Nº. 15, promulgado por Rafael Carrera, decisión que provocó la reacción de El Salvador, Honduras y Nicaragua cuyos gobernantes trataron de invadir Guatemala, para evitar que esta se consolidará, siendo derrotados en la famosa batalla de La Arada (1851). Durante los primeros años de la República se promovió la educación y se establecieron las bases de la reforma agraria y el establecimiento de relaciones con algunos países de Europa. Carrera gobernó autoritariamente y como todo dictador cometió errores inaceptables, como el tratado firmado con Inglaterra por el cual cedió el territorio de Belice a cambio de una carretera hacia el Atlántico, que nunca fue construida (1859)
Es el momento propicio de una evolución consensuada versus un desborde social anárquico, que termine en una alianza intersectorial sin liderazgos fuertes y claros, debido a la desconfianza popular. Los datos de Latinobarómetro (2018), son un buen soporte para apuntalar esta percepción en el caso guatemalteco.
La satisfacción expresada porcentualmente -100% es lo más alto-, con relación a la democracia por parte de los guatemaltecos es de: 18%. Satisfacción con el quehacer gubernamental: 25%. Los años de mayor aprobación fueron el 2010/2013: 47% y el 2016: 56%. Confianza en las instituciones Públicas: Ejército 33%; PNC 25%; TSE 24%; Poder judicial 22% y Congreso 17%. Entre las instancias confiables están las iglesias: 71%; MCS 33% bancos 31%; ONG 29%. También aparecen con cierto porcentaje de aprobación y confianza los sindicatos 19% y los partidos políticos 11%.
Lo datos muestran las fortalezas de las iglesias, quienes no se han pronunciado últimamente ante la situación por la que transita nuestros países. Los medios de comunicación realizan su tarea informativa, con alguna incidencia en la agenda nacional a través de la denuncia de lo incorrecto, pero, no tienen el reconocimiento para liderar los cambios y las fuerzas armadas, permanecen subordinadas al organismo ejecutivo como corresponde, de acuerdo a su función en una sociedad democrática, como se planteó en los acuerdos de paz.
La situación descrita pone al país en una situación inestable internamente, que genera asimismo inestabilidad en los países con los que mantiene relaciones en la región -Salvador, Honduras- y el continente -Estados Unidos y México-.
La celebración del bicentenario de la independencia (1821), es una buena razón para plantear y aportar ideas para el diseño de la segunda república, cualquier otra intención resulta banal. Un buen ejemplo a seguir es el de Francia que vive la Quinta República (1958-2021), que iniciaron con Primera República Francesa (1792–1804); Segunda República Francesa (1848–1852); Tercera República Francesa (1870–1940); Cuarta República Francesa (1946–1958) y la actual.
Hablar de la II República (2023-2050), es pensar en la convocatoria intersectorial, que aporte criterios para una Asamblea Nacional Constituyente, que unifique a los guatemaltecos sin distinción alguna. Se agoto el mecanismo de parchar Constitución vigente, modificando aquellos artículos que interesan a determinados grupos o sectores nacionales y foráneos.
Una nueva constitución debe tener como punto central, la reestructuración de la arquitectura administrativa del Estado, que principia por sustituir el Organismo Legislativo por un Senado bicameral, que haga realidad una autentica representación de la sociedad guatemalteca… y por favor no comencemos a preocuparnos, por la opinión favorable o negativa de los gobiernos extranjeros, menos aún pensar, que se está abriendo la oportunidad a determinado grupo o sector para apropiarse de los cambios. Este será el legado de la generación nacida en los años 50s. Mario Mérida.