Julio Abdel Aziz Valdez
En mi temprana juventud vi en la televisión como caía el Muro de Berlín y dos años después los disparos de los tanques soviéticos en la Duma, el anuncio llegó, el comunismo había caído. Recuerdo también, sin ningún criterio propio generado entonces, como la intelectualidad se apresuró a señalar que aquello no había sido comunismo real, y que por lo tanto la utopía seguía vigente, hubo llamados a no decaer, a no dejar la lucha con todo y que en CA habían procesos de negociación muy avanzados.
El caso del El Salvador por ejemplo el más sangriento hasta ese momento finalmente finaliza en 1992 y en Guatemala prácticamente la guerrilla había sido reducida a un grupo de bandoleros con un muy afinado cuerpo diplomático, por cierto, parte de el asentado en la Habana.
En 1994, el llamado Maleconazo que fue la primera expresión de desesperación popular que se produjo en Cuba a raíz del llamado periodo especial que no era más que la resaca producida por la narcótica dependencia económica de la URSS lo que sumió en más miseria a la población, y bueno la respuesta fue la indignación, pero con la caída del imperio soviético y los guerrilleros aun armados esa noticia fue prontamente callada, no era más que otra maniobra del imperialismo por atacar a la heroica revolución cubana, solo un par de días esa nota fue sustituida por la avalancha de cables que mostraban los cambios dramáticos que sucedían, Cuba no era noticia.
La pandemia del COVID que ataco a la humanidad desde el 2019 hasta hoy ha mostrado lo mejor y lo peor de todos los gobiernos del mundo, Latinoamérica no ha sido la excepción, destrucción económica ha sido la mayor prueba para las democracias.
En este contexto Cuba, el enojo contenido, la desesperación y las decepción dormidos por décadas de miseria, desde aquel 1994 que no pusimos atención, generaciones de cubanos aprendieron a ver la esperanza fuera de su patria en la migración, lloraron calladamente, creo que nunca entendieron como es que los que idolatraban su ejemplo en el mundo entero, donde no hay comunismo, vieron y hablaron con miles de turistas políticos que los admiraban en su carestía y se tomaban fotos con los automóviles de hace 60 años, y bueno no dejaron ir la oportunidad de tener sexo por un jeans.
Pero hoy, cuando definitivamente la tarjeta de racionamiento dejó de proveer lo poco que había, cuando los muertos se apilan en los hospitales y el gobierno sigue negándolo, cuando los dólares que mandan los migrantes dejaron de ser recibidos y sobre todo cuando la voz de protesta era respondida con consignas vetustas y sin sentido, en ese momento se levantan.
Pero dejo a los cubanos recuperar su voz y hacerse oír, tienen demasiado que gritar, no, voy ha hablar de la miseria con que la izquierda latinoamericana en general y la guatemalteca en particular se ha expresado, si acaso no podía estar mas convencido de la hipocresía mostrada desde 1989 hasta el día de hoy, las noticias sobre las manifestaciones en la isla siguen siendo respondidas desde esta nefasta ideología.
¿Culpar a los gringos por esto? A la mentira inventada por la tiranía del bloqueo resulta ser una muestra de complicidad con los asesinos, nada mejor para desnudar lo que estos desean para sus propios conciudadanos.
El vendaje ideológico ha destruido el mínimo sentido de criticidad se acepta la versión oficial, como nunca lo hicieron en todas las democracias latinoamericanas. Aplauden el militarismo que siempre insultaron en su propio país, y sobre todo y lo más irónico, intentan decirles a esos cubanos en su miseria cuan equivocados están de no aceptar el paraíso que solo existe en la cabeza de quien sigue blandiendo la camiseta del Che como símbolo de libertad.