Mario Mérida. Comunicador, escritor y docente universitario
“También en Suiza se cuecen habas” es el título de un artículo publicado por el suscrito en elPeriodico hace varios años (2004). En aquel texto, hice referencia a las críticas que recibimos los países subdesarrollados por funcionarios del primer mundo, con poca o ninguna moralidad para hacerlo. En el primer párrafo escribí:
“Cada vez que un europeo o una comisión del otro lado del charco visita Guatemala, nos recriminan el hecho de que en nuestro país se contribuye muy poco al fisco, sin tomar en cuenta los bajos salarios. A veces expresan fuertes críticas sobre otros asuntos de Estado”. En la actualidad el reproche está relacionado con la justicia, la democracia y los derechos humanos.
Por esos años el tema en cuestión se relacionaba con la conducta fraudulenta de unas empresas europeas, denunciada en un diario con el titular:
AHORRAR IMPUESTOS A COSTA DE LOS PAISES EN DESARROLLO, las instrucciones para facturar los negocios off-shore de Volcafé. La información filtrada al público, describía:
“…La empresa comercializadora de café Winterthur con sede en Suiza, utiliza una compañía registrada en el paraíso fiscal de la isla Jersey (R.U) para evadir el pago de impuestos en Suiza y en los países productores, entre estos Guatemala, que esperaba producir 4 millones 100 mil quintales ese año” (elPeriódico. 26/04/04).
Ahora el tema en Europa, es la “Ley suiza sobre secreto bancario” y el choque de la misma con libertad de prensa. Matthew Allen es el autor de la nota periodística publicada en swissinfo.ch (2022)[1], que comento, la cual principia con la advertencia contenida en la ley:
“Los periodistas que publiquen datos filtrados de los clientes del banco Credit Suisse podrían enfrentar hasta cinco años de prisión según la ley suiza”. El autor evidencia el temor de los medios suizos a participar en la investigación de “Suisse Secrets”, debido a las sanciones penales, que plantean serias dudas acerca del impacto de esta ley en la libertad de expresión en Suiza.
Respecto a los efectos negativos por la aplicación la ley, se citan los comentarios Arthur Rutishauser, editor en jefe de Tamedia, el grupo de medios más grande de Suiza, con sede en Zúrich, para quién: “El hecho de que los datos bancarios se filtren hoy en los medios extranjeros, mientras que en Suiza está prohibida la investigación, es un absurdo que debe ser abolido”
Matthew Allen explica:
“La violación de la confidencialidad de los clientes ha sido un delito codificado para los banqueros en Suiza desde 1934. Tras una serie de filtraciones de datos en Alemania y otros países, las leyes bancarias fueron ampliadas en 2015” Asimismo, que desde esa fecha está tipificado como: “delito el hecho de que cualquier persona haga uso de dicha información robada, incluidos los periodistas”. Esta situación:
“Colocó a medios como el diario Tages Anzeiger en una situación incómoda cuando un denunciante ofreció detalles de los clientes de Credit Suisse, incluidos dictadores y criminales”. De acuerdo con la Secretaría de Estado de Finanzas Internacionales:
“Los periodistas pueden ser procesados si publican datos recibidos en violación del secreto bancario”[2]
El debate existente en Francia, Suiza y otros países europeos, busca determinar ¿Hasta dónde afecta el Interés público versus secreto bancario”? Una de las entrevistadas fue Irene Khan, relatora especial de la ONU sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y expresión. Expresó textualmente, plantear el tema al Gobierno suizo, acerca que:
“Enjuiciar a periodistas por publicar datos bancarios que son de interés público violaría el derecho internacional sobre los derechos humanos”
La situación se complica porque varios informantes han sido enviados a prisión por filtrar datos en Suiza[3], es decir: “La clásica defensa mediática del ‘interés público’ nunca ha sido puesta a prueba en los tribunales suizos y el Tages Anzeiger no quería ser el primer caso potencial de este tipo”.
El artículo de Matthew Allen, también recolectó las opiniones de otros actores concluyentes en el ámbito informativo, entre ellos el periódico británico The Guardian, medio que tuvo acceso a la información, y cuyo análisis de datos les dejó pasmados por el posible:
“Ataque descarado a la libertad de expresión, sobre todo en un país como Suiza, que se encuentra entre los diez primeros países en el Índice Mundial de Libertad de Prensa”. A la condena por el contenido de la ley se ha sumado también la Organización Reporteros sin Fronteras, con sede en París, para quien la normativa legal (Artículo 47)[4] de la ley bancaria suiza, es una:
“Amenaza intolerable a la libertad de información”. Además de solicitar a las autoridades suizas abstenerse de procesar a los periodistas que recibieron los datos bancarios.
Finalmente, el autor resalta que desde el 2017, Suiza intercambia automáticamente datos de clientes bancarios suizos con una serie de otros países a efectos fiscales. Pero, hace la salvedad que con respecto a que:
“El secreto bancario estricto se aplica dentro de la nación alpina a pesar de los esfuerzos por endurecer el código penal para los infractores de impuestos”.
El último peldaño de la escalada iniciada, según Denis Masmejan, secretario General de Reporteros sin fronteras de Suiza, es que:
“Siempre que la información revelada por la filtración de datos bancarios sea verdadera y contribuya a un debate de interés general, su publicación por los medios de comunicación debe estar protegida por la libertad de prensa, garantizada tanto por la Constitución Federal Suiza como por el Convenio Europeo sobre Derechos humanos”
Esperemos, que este tipo de normas del mundo desarrollado no terminen aterrizando en nuestro país, como el propósito de proteger la democracia y la justicia. 03/04/2022
[1] https://www.swissinfo.ch/spa/ley-suiza-sobre-secreto-bancario-choca-con-libertad-de-prensa/47366796
[2] Desde julio de 2015, cualquiera que participe activamente en la filtración de datos de clientes puede ser castigado con hasta tres años de cárcel, que se elevan a cinco años si se benefician con ello. (Citado en el artículo por Matthew Allen).
[3] Un exempleado de tecnología de la información en el banco privado HSBC en Ginebra, Hervè Falciani, también pasó datos confidenciales a las autoridades francesas. Fue condenado a cinco años de prisión, pero no asistió al juicio y sigue prófugo. (Citado en el artículo por Matthew Allen).
[4] Aunque durante los debates parlamentarios previos a la actualización de la ley bancaria suiza se reconoció que los periodistas podrían estar implicados como delincuentes, la ley entró en vigor. Ningún periodista ha sido procesado por estos motivos hasta la fecha. (Citado en el artículo por Matthew Allen).