Este viernes se realizó el lanzamiento del proyecto “Voces Migrantes para el cambio”, el cual se desarrollará en Honduras, El Salvador y Guatemala. Este busca fortalecer el tejido social de la población migrante a través de su fortalecimiento institucional y la capacidad de incidencia de sus organizaciones de base, tomando en cuenta que, cada año más de 500,000 personas procedentes de estos países intentan emigrar de manera irregular a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida, incluyendo miles de menores de edad.
Redacción Perspectiva
La duración del proyecto será de 26 meses y beneficiará directamente a más de 1500 personas en condiciones de movilidad humana, principalmente jóvenes y mujeres migrantes regionales, familiares de personas migrantes desaparecidas y personas migrantes retornadas, incluida la población garífuna e indígena.
En el mismo, participan la Red Regional de Organizaciones de Sociedad Civil para las Migraciones (RROCM) constituida por 88 organizaciones de 11 países de la región, 15 organizaciones de base migrante del Norte de Centroamérica y al menos 21 instituciones del sector público, sector privado y sociedad civil con quienes se prevé establecer alianzas estratégicas para alcanzar los objetivos del proyecto.
“El propósito es que, a través de su fortalecimiento, ellas mismas puedan fortalecer a sus bases, participar en espacios de incidencia estratégica nacional y regional, así como realizar propuestas de políticas públicas para la defensa de sus derechos entre ellos, el derecho al trabajo y a una vida digna”, indicó Cynthia Loría, Gerente Programática de Fundación Avina.

Aún con toda la relevancia que la movilidad humana tiene en la región, el tejido social en el ámbito de las migraciones es frágil y disperso. La mayoría de las organizaciones dirigidas por migrantes en Centroamérica son débiles o carecen de la capacidad institucional y de agencia para actuar como actores influyentes en las regulaciones, políticas y prácticas la defensa de sus derechos humanos y gestión efectiva de la movilidad humana.
De acuerdo con Loría, las mujeres quienes ya superan la media de las cifras de las personas en movilidad en la región tienen participación limitada incluso en sus propias organizaciones.
“Esta fragilidad está asociada a la vulnerabilidad que afecta tanto a los migrantes regulares como a los irregulares: el racismo y la xenofobia; las barreras lingüísticas; las barreras culturales (etnia, aculturación) discapacidad, género, edad, los procesos administrativos escolares (no reconocimiento de los saberes adquiridos en la fase migratoria), exclusión del sistema bancario, exclusión del sistema de salud y seguridad social, falta de documentos de identidad, entre otros”, agregó Loría.
El Embajador de Suecia, Hans Magnusson, expresó que, junto al equipo regional de cooperación de Suecia en América Latina, se congratulan de contar con un socio importante como Fundación Avina, quienes a través del Proyecto contribuirán al fortalecimiento del tejido social de la población migrante.
