Además del clima frío y los sabores característicos del chocolate, el ponche y los tamales, en diciembre proliferan empleos que dejan buenas ganancias a los microempresarios de la temporada. Desde los vendedores de trajecitos para el niño del nacimiento, hasta el Santa Claus que se fotografía con los pequeños de la familia en los centros comerciales, estos emprendedores encuentran en la época un momento propicio para obtener buenas ganancias y son parte del color navideño.
Equipo editorial Perspectiva
Don Raúl es el sastre que provee con trajecitos de niño Jesús a la mayor parte de los puestos instalados en la sexta calle de la zona uno. “Cada vestidito cuesta entre Q 25 y Q 60, depende del tamaño y el modelo”, narra Lourdes, quien desde que se inicia la temporada el 1 de diciembre, monta su puesto en el lugar.
Según cuenta, don Raúl trabaja en estos vestiditos varios meses del año. Representan un ingreso muy significativo para la sastrería y durante la temporada navideña suele contratar a varios ayudantes. “De lo contrario no se daría abasto”, sonríe la vendedora.
Seguimos adelante, y cuadras más abajo, en la entrada del mercado Colón, encontramos a don Oswaldo Hernández, quien hace 30 años vende árboles navideños. “Como consecuencia de la deforestación solo estamos trabajando con ramas de ciprés, con las que armamos los arbolitos, para mantener la tradición. Antes lo hacíamos de pinabete, pero ahora está prohibido”, afirma.

Según cuenta, los precios de estos arbolitos armados con ramas de ciprés pueden oscilar entre Q 60 y Q 250. A partir del 1 de diciembre, cuando la Municipalidad permite habilitar los puestos, y hasta el 24, cuando se venden los últimos arbolitos, venden un promedio de seis árboles diariamente, aunque sábados y domingos llegan a ser hasta 20 cada día, comenta este albañil de profesión que durante la época de Cuaresma aprovecha a comprar aserrín en los aserraderos, lo tiñe y lo vende para la elaboración de alfombras.
La primera Encuesta Nacional de Empleo e Ingresos de 2017 estima que la población total en edad de trabajar (15 años o más), asciende a 11.1 millones. De estos, 4, 586,674 son parte del sector informal, lo que significa un aumento del 1.7 por ciento en relación con la ENEI 2016 y representa un porcentaje significativo de los guatemaltecos que trabajan.
Dice la ENEI 2017: “La actividad económica que absorbe el mayor porcentaje de personas ocupadas en el sector informal es agricultura, ganadería, y silvicultura, con 39.8%; seguida por comercio, alojamiento y servicios de comidas, con 29.9%; industrias manufactureras con 11.5% y otras actividades de servicios con 8.5%. Las cuatro actividades mencionadas absorben el 89.7% de la población ocupada en el sector informal”.
Tal como indica su nombre, la economía informal es variable y quien percibe sus ingresos con una actividad de servicios, comercio o manufactura debe adaptarse a los cambios de temporada. En enero, quienes vendieron luces navideñas pueden estar ofreciendo útiles escolares y durante la Cuaresma seguramente comerciarán con madrileñas o trajes de cucurucho. Cada época lleva sus propias actividades, aunque sin dudas, la más rentable es la que se extiende desde mediados de noviembre hasta el final de diciembre.
Trabajar para divertir a los demás
Como cualquier otra ocupación, los trabajos informales pueden ofrecerle satisfacciones adicionales a las ganancias a quienes los ejercen. Este es el caso de los “santas” y los payasos que cada vez perfeccionan más sus indumentarias y rutinas. Uno de los oficios navideños más antiguos es el del Santa Claus que se fotografía con los pequeños.
En la entrada del centro Capitol encontramos a don Rolando Ruiz, quien se define como un Santa Claus por vocación. Su trabajo es comprar dólares y, según dice, gana más con esta actividad que con las fotos de Santa Claus, pero es un oficio que ha desempeñado durante treinta años.

“Lo hago para ayudar a los niños, para darles alegría y para que no se muera la tradición”, afirma Ruiz, quien enfatiza: “no me pongo el traje por dinero. Siempre aprovecho a darles recomendaciones a los padres de familia: que lo pasen en casa, que no tomen licor porque el festejo es especialmente para los niños”.
Según cuenta, cobra Q 20 por fotografía. “Entre semana salen entre 50 y 60 fotos diarias, pero sábados y domingos, hasta 200”.
A la par de iniciativas como la de don Rolando Ruiz, la Municipalidad capitalina presenta cada día a toda una familia compuesta por Santa Claus, su señora y dos duendes. Alberto Antoniotti, coordinador del paseo de la Sexta, dice: “El Santa Claus Muni es un proyecto coordinado con empresarios para llevar un tipo de actividad diferente al Paseo de la Sexta, el más importante de Centroamérica, donde transitan cerca de 50 mil personas diariamente y durante la época navideña, hasta 200 mil”.

Antoniotti cuenta que la idea es llevar a las personas diversión sana y sin costo. Todo el que lo desee puede fotografiarse con el grupo de actores egresados del curso de teatro de la Alcaldía Auxiliar de la zona 1. Estos profesionales reciben un sueldo que es aportado por los empresarios de la sexta avenida. “La Municipalidad provee los trajes, que son bastante bien elaborados”, concluye Antoniotti.
Terminando el recorrido, nos encontramos con un individuo ataviado de arlequín y con un maquillaje muy elaborado. Lo interesante es que se transporta en moto por una de las calles de la zona uno. Debido al embotellamiento y a que el semáforo está en rojo, aprovechamos para abordarlo. “Me llamo Jacke, soy payaso de profesión y en este momento me dirijo a un centro comercial que me contrató para los fines de semana de diciembre”, cuenta el artista, quien luego de permitir que se le fotografíe, sigue su camino rumbo a su empleo de temporada.