Grupos feministas, entre ellos uno con el curioso nombre de «grupo de jóvenas», desfilaron por el Centro Histórico para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. La manifestación fue aprovechada por grupos que vandalizaron nuevamente la iglesia Santa Clara, así como la panadería y restaurante San Martín, ambos edificios emblemáticos del Centro Histórico que se encuentran totalmente vulnerados y desprotegidos de los daños que estos grupos fundamentalistas realizan en su contra.
Roxana Orantes Córdova
Nuevamente, la histórica Sexta Avenida de la zona uno fue blanco de ataques vandálicos por grupos de mujeres que se identifican como feministas, si bien actúan cual vándalos de un raro culto fundamentalista que tuviera como único objetivo dañar muros e infraestructura histórica, sin ninguna demanda en pro de las mujeres y sin la mínima conexión con el hecho histórico que originó la conmemoración de la fecha como Día de la Mujer Trabajadora.
Tal como en años anteriores, mujeres encapuchadas dañaron la pared de Santa Clara y se ensañaron con la San Martín, donde incluso provocaron un incendio que fue sofocado por los bomberos.
Fundamentalistas del aborto y el poliamor
«Muerte a la Iglesia» es una de las consignas que se pueden leer en la fachada de Santa Clara, templo que data de 1774 y tiene una larga historia, valiosa para quienes respetan y buscan conservar el patrimonio nacional.
Lo mismo sucede con la antigua Casa Pvón, donde se fundó el Diario de Centro América, en el que trabajó José Milla y Vidaurre, para posteriormente albergar dos bancos y finalmente, en 2016, se acondicionó para el restaurante San Martín.
Estos antecedentes históricos y la necesidad de resguardar el patrimonio son temas irrelevantes ante el ímpetu del neofeminismo, que ataviado y coherente con su condición fundamentalista, deshecha todo aquello que no tenga relación son sus consignas fundamentales: el aborto, el «poliamor» y las diversas expresiones de la ideología LGBTQ+ que detentan.
Luego de las diversas expresiones de odio feroz contra el «patriarcado», los grupos vándalos, así como los de activistas, se retiraron dejando el Centro Histórico la huella de su paso violento, que retrata el carácter fundamentalista de su movimiento.
Origen lejano y sin nexo con el fundamentalismo actual
En 1875, centenares de obreras textiles de una fábrica neyorquina hicieron una huelga para exigir salarios iguales a los de los hombres. Estas protestas fueron reprimidas y terminaron con cientos de trabajadoras muertas.
En el origen del 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer se dieron diferentes hechos y protestas, que concluyeron en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (1907), con la propuesta de la marxista alemana Clara Zetkin de conmemorar el 8 de marzo y constituir la Internacional Socialista de Mujeres, que entre otros, buscaba el derecho al voto femenino.
Entre los objetivos que perseguían las mujeres hace poco más de 100 años y las demandas actuales, que conjugan vandalismo, intolerancia y victimización, parece haber años luz.
Los hechos vandálicos contra patrimonio histórico y contra propiedad privada (no solo vandalizaron San Martín y la iglesia), tienen un efecto muy opuesto al que buscan estos grupos, generalmente constituidos por trabajadoras de ONGs financiadas desde el extranjero y que tienen muy poco en común con la trabajadora guatemalteca promedio.
Entre otras, las empleadas de la San Martín y las trabajadoras administrativas y de atención al público en los comercios del Centro Histórico, afectadas por una horda delirante que parece tener la destrucción entre sus principales objetivos.