Una de las figuras políticas más controversiales y al mismo tiempo más queridas, el alcalde capitalino Álvaro Arzú Irigoyen, de 72 años, falleció hace pocas horas en la capital guatemalteca, como consecuencia de un infarto.
Querido y criticado con la misma intensidad por los ciudadanos, fue electo cuatro veces alcalde y una vez presidente. Arzú cambió el rostro de la Guatemala urbana, pero también el de la rural, puesto que durante su presidencia se incrementó significativamente la cobertura del servicio eléctrico y posteriormente, muchos alcaldes replicaron su modelo de administración edil.
Probablemente, Arzú sea el político más relevante de las últimas décadas en el país. Le tocó vivir momentos coyunturales de suma importancia para la transformación del país. Siendo todavía joven, dirigió el Instituto Guatemalteco de Turismo durante el gobierno de Fernando Romeo Lucas García.
Se inició en la política con el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), como muchos jóvenes de su generación que simpatizaban con la derecha. En la elección de 1982 resultó electo alcalde por primera vez.
El golpe de Estado del 23 de marzo impidió la toma de posesión del mandatario electo, pero el jefe de Estado de facto, Efraín Ríos Montt, llamó a Arzú para que asumiera la alcaldía. Este se negó, afirmando que no sería alcalde en una administración golpista, lo que le valió la simpatía de la población.
Fue canciller durante la gestión de Jorge Serrano Elías y renunció al gabinete por desacuerdos con ese mandatario sobre el tema de Belice. Electo gobernante en 1995, su gestión estuvo marcada por el final de las negociaciones de paz entre el Estado y la guerrilla, y se encontró en la línea de fuego de la crítica a raíz del caso Gerardi.
En 2003 fue alcalde capitalino por primera vez y literalmente, su administración modificó el rostro de la capital. Con muchos detractores, no puede negarse que remodeló la mayor parte de parques, fomentó las áreas verdes, escuelas municipales, el Paseo de la Sexta y muchas otras obras ediles, como el transporte municipal, Transmetro, que puede considerarse una de sus obras emblemáticas.
Al conocer la noticia de su deceso, el abogado y columnista Giovanni Fratti escribió en su cuenta de Twitter: “Descanse en paz Álvaro Arzú Irigoyen, ex Presidente de la República y alcalde cuatro veces reelecto de la ciudad de Guatemala, político guatemalteco del siglo XX y XXI, fundamental en la lucha actual contra la mafia de derechos humanos, ONGs, CICIG, ONU y oenegeros. Que en paz descanse.
Algunas de las frases que retratan a este personaje histórico de Guatemala son:
“La confrontación debe dejar paso a la reconciliación… por encima de las diferencias particulares deben prevalecer los intereses de la Nación”.
“Mi gobierno no está adscrito a ninguna ideología en particular, ni mucho menos a modas teóricas. Formamos parte de una corriente política que se basa en valores y principios y no en recetas preconcebidas. Para nosotros, ni lo público ni lo privado es en sí mismo garantía de nada, sino que todo depende de encontrar las respuestas específicas que requiere cada situación concreta”.
“Yo los exhorto a que trabajemos unidos por el progreso y el desarrollo colectivo sin distingos políticos y sociales”.
“El gran objetivo es la democracia integral, es decir, la democracia política, económica, social y cultural. Avanzar en el cumplimiento de los acuerdos de paz será lo mismo que avanzar en el cumplimiento de nuestra norma fundamental”.
“Los Acuerdos de Paz deben ser un ejemplo para la más amplia convergencia de los guatemaltecos honrados, amorosos a la patria y de su pueblo. Después de años tan dolorosos, la victoria debe ser para Guatemala”.
“Si se comparten horizontes y valores, las discrepancias sólo serán para buscar mejores caminos, sin dogmatismos, sin hacer al país víctima de fundamentalismos negados al cambio y a la apreciación objetiva de la realidad”.