César Montes, septuagenario ex líder de la guerrilla, fue condenado la semana pasada a 175 años de cárcel por la muerte de tres militares en una aldea de El Estor. Se trata de una condena histórica, por la identidad del sentenciado, señalado por hechos delictivos no relacionados con el conflicto armado interno.
Roxana Orantes Córdova
César Montes es denominado «comandante legendario» por los adeptos a su ideología. Quienes habitan en las áreas de influencia de la Fundación Turcios Lima (especialmente, las Verapaces y nororiente del país), temen a sus «brigadas» constituidas por hombres con botas de hule y camisetas rojas que llevan impresa la foto de su líder, ejerciendo el «culto a la personalidad» al más puro estilo maoísta.
Montes (cuyo verdadero apellido es Macías), inició su militancia guerrillera desde los años sesenta. Fue compañero de Luis Augusto Turcios Lima y por un tiempo, comandó las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR).
El comandante Montes salió de Guatemala a finales de los sesenta y además de Cuba, estuvo en Viet Nam, donde aparentemente conoció tácticas y estrategias guerrilleras. Al regresar a Guatemala, sus compañeros lo habían desplazado de la comandancia de las FAR.
Montes fue uno de los fundadores del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), donde no estuvo hasta el final del conflicto. Su temperamento explosivo y dominante lo llevaron a disentir también en esa organización y terminó como asesor del FMLN en El Salvador, donde coadyuvó a la conformación de la Policía Nacional Civil.
César Montes: ¿Comandante legendario o tránsfuga oportuno?
Según indicó Ricardo Méndez Ruiz en una entrevista con Perspectiva, Montes no fue un combatiente: «al contrario de muchos miembros de la guerrilla, se caracterizó por huir al extranjero abandonando a sus compañeros cuando el ejército ejercía presión».
Además de El Salvador, Montes estuvo en Nicaragua, luego de que cayera Somoza, señaló Méndez Ruiz en la entrevista mencionada.
Regresó a Guatemala para la firma de la paz, y pronto se integró en un intento de partido político llamado Unidad de Izquierda Revolucionaria, que no llegó a consolidarse. Fue columnista de opinión en medios escritos y conformó la Fundación Turcios Lima, actividad que finalmente lo llevó a la cárcel.
César Montes y el grupo totalitario al servicio de oscuros intereses
El ex guerrillero, quien se altera si no se le dice «comandante», sigue desatando pasiones. Entre las reacciones a su condena, una columna de opinión lo presenta como un luchador social que entregó su vida a Guatemala.
En el polo opuesto de la percepción, un artículo de Relato GT de 2019 se titula: «César Montes, el secuestrador con 11 mil patrulleros». Esta publicación alerta sobre el peligro que «batallones» de esa naturaleza representaban para el sector.
Más adelante, Montes y sus huestes se vieron envueltas en diversos hechos irregulares. Fueron vinculados con usurpaciones de tierras y otros hechos violentos relacionados. También se rumoreó que Montes y la fundación que dirigía estaban relacionados con un conflicto por el jade entre dos empresas extranjeras en Zacapa. Montes aportaría a «su gente» para avalar a uno de los dos grupos.
Finalmente, y el hecho más grave, es la posible cooperación con el crimen organizado y narcotráfico, que pareció expresarse en los deplorables sucesos de El Estor, donde pobladores (miembros de la Fundación Turcios Lima), impidieron el paso a una patrulla que iba tras el rastro de presuntos narcotraficantes y asesinaron a tres militares, todos menores de 25 años e indígenas.
La captura de Montes no fue inmediata. Por lo menos pasó un año en libertad para finalmente ser capturado y la semana pasada, juzgado y condenado. Según las autoridades, cuando lo capturaron tenía señalamientos por asesinato, asociación ilícita y usurpación agravada.