Atrasos y deficiencias en el primer padrón de beneficiarios son algunos de los principales problemas en el programa social Bono Familia identificados por el CIEN, a través del Observatorio #COVID19GT.
Redacción Perspectiva
El Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), a través del Observatorio #COVID19GT presentó un análisis del Fondo Bono Familia(BF), a la luz de la tercera y última entrega.
El programa social Bono Familia creado por el gobierno para apoyar a las personas afectadas por la pandemia del COVID-19, concluye con una tercera entrega, en la cual se redujó a una cuarta parte el bono de mil quetzales, este y otros factores fueron analizados por los expertos del Observatorio #COVID19GT.
El Observatorio realiza seguimiento mensual a los recursos públicos designados para combatir la emergencia derivada del COVID-19. Los informes se realizan gracias al apoyo del Centro para la Empresa Privada Internacional (CIPE), con el fin de comunicar a los ciudadanos de una manera periódica y sencilla, cómo se ha ejecutado el gasto público para aliviar el impacto de la pandemia.
Jorge Lavarreda, encargado del observatorio e investigador asociado del Cien, comentó previó a la presentación del análisis que en países desarrollados brindaron paquetes de alivio económico más generosos y los que tenían mejores sistemas de protección social previo a la crisis, lograron apoyar de mejor manera a su población.
Un 17% de la población mundial (en promedio unos 1.3 billones de personas) recibieron transferencias monetarias y en total 2 billones fueron beneficiados por programas de asistencia social.
A nivel nacional, se anunciaron 10 programas por un total de Q.14 millones 235.4, y se aprobaron tres Decretos (12, 13 y 20 -2020) que ampliaron el presupuesto en Q.19 millones 806.4 millones (73.8% para la pandemia).
El Bono Familia tuvo como objetivo general apoyar a la población más afectada económicamente por las medidas de emergencia derivadas de la pandemia, a través de la entrega de aportes económicos de forma bancarizada.
Y como parte de la población objetivo, el Ministerio de Desarrollo Social debía identificar casos especiales que no debían superar el 10% del total de beneficiarios, enfocados en personas que no contaran con energía eléctrica, explicó Lavarreda.
Deficiencias del Bono Familia
El Bono Familia fue cambiando y el problema radicó en que el Fondo arrancó con poca claridad en identificar el problema priorizado y por ende su población objetivo no quedó clara.
Además, no se definió desde un inicio, las condiciones o características del apoyo y el estado ideal a alcanzar de los beneficiarios del programa con la ayuda; tampoco se establecieron tiempos de entrega y no se alineó el plan de emergencia del gobierno con la estrategia de intervención del Bono Familia.
Aparte, ya con el programa iniciado, el Congreso de la República realizó cambios en la definición de criterios para elegir a los beneficiados y los mecanismos de entrega del dinero, lo cual resultó en demoras, ajustes sobre la marcha al manual del programa, la necesidad de realizar nuevas solicitudes de información a entidades externas y ajustes en la plataforma informática.
Lo anterior provocó contratiempos y el Decreto 22-2020 impactó en el tamaño del padrón, resultando en que todos estos cambios contravinieran las buenas prácticas en la implementación del programa y que se tuviera que reducir el monto del tercer aporte para mantenerse dentro de la restricción presupuestaria, resaltó el investigador del Cien.
Aciertos del Bono Familia
Por otra parte, “sí hubo elementos positivos”, afirmó Lavarreda, como la implementación de la firma electrónica para procesos internos del Mides.
Conformación de expedientes y un nuevo padrón de beneficiarios en el país, un método innovador para la entrega de transferencias monetarias en el que se integró el sistema financiero para la entrega de aportes; “y a pesar de todo, el Bono Familia se implementó en menos tiempo del que lleva implementar programas en el sector público”, dijo el analista.
Recomendaciones
Dentro de las recomendaciones del Cien destacaron la importancia de focalizar los programas de transferencias hacia la población con menor nivel de bienestar, diseñando una guía metodológica y normativa específica para programas en contexto de emergencia, donde urge tener un sistema único de registro de beneficiarios para Guatemala.
Esto requiere mantener actualizada la información socioeconómica y demográfica de los hogares e individuos, que esté terminado, depurado y validado.
Asimismo, deben fortalecerse las capacidades institucionales para la digitalización de los programas y su operatividad y que finalmente el Mides lleve a cabo un ejercicio de rendición de cuentas público a inicios de 2021, con compromisos de mejora, a la luz de sus propios análisis y de aportes recibidos de organizaciones de la sociedad civil.