El 31 de enero, la Iglesia Católica conmemora a San Juan Bosco, santo patrono de la juventud y que según dijo: “Uno solo es mi deseo: que sean felices en el tiempo y la eternidad”.
Redacción Perspectiva
Giovanni Melchiorre Bosco, conocido como Don Bosco, nació en 1815 en Piamonte, Italia, hijo de la Sierva de Dios Margarita Occiena, quedó huérfano de padre a los dos años. A los 9 años tuvo un sueño que marcó su vocación.
En ese sueño, Jesús lo instó a ser manso y caritativo para ganarse la confianza de los demás. Desde ese momento, su guía y maestra en la búsqueda de la mansedumbre y la caridad fue la Virgen María.
Su interés por los estudios creció a la par de su vocación sacerdotal y se ordenó a los 26 años. Como sacerdote, llegó a Turín, donde más de siete mil niños trabajaban en diversos oficios, hasta 14 horas y ganaban muy poco. Las cárceles estaban llenas de niños desde los 12 años.
El sacerdote, nacido en una familia campesina, se identificó con esta realidad y fundó el llamado Oratorio de Don Bosco, donde enseñaban oficios, deporte y religión a los adolescentes.
Aunque fue sacerdote diocesano, Don Bosco fundó la orden Salesiana y además del Oratorio, fundó las Hijas de María Auxiliadora, enfocada en la educación de niñas y jóvenes.
Pronto (1877), llegó a Latinoamérica la primera misión de las Hijas de María Auxiliadora, que se instaló en Uruguay. Pronto, la familia Salesiana se extendió por el continente, donde existen colegios, escuelas y otras instituciones salesianas. En el mundo hay 130 obras de Don Bosco.
San Juan Bosco murió el 31 de enero de 1888 a los 72 años. Juan Bosco fue canonizado por el papa Pío XI y Juan Pablo II le confirió el título de “Padre, Maestro y Amigo de los Jóvenes”.