Ésta es la historia de una chapina que tuvo una oportunidad que a casi nadie, si no es que a nadie, le pasa en esta vida: poder pasar su niñez y adolescencia en un mundo mágico como es Disneyland. Por supuesto, tiene que haber una historia muy interesante detrás de esto, y aquí te lo contamos.

Alex de Corzo, una maestra de inglés y artista en sus tiempos libres, tuvo una oportunidad de película. Todo empezó cuando sus padres, Jeff y Marta Jefferies, empezaron a vender artículos con telas típicas de Guatemala en una tienda de la zona 9 en la ciudad Capital, justamente en la séptima avenida. Ellos vendían sombreros, faldas, camisas, etc.. Todo tenía un distintivo detalle con tela típica que mandaban a tejer en las diferentes regiones del país, con tejedores artesanales.
Hoy en día, se observan muchas empresas guatemaltecas que han logrado trascender fronteras con la “novedad” de incluir tejidos típicos, desde bolsos hasta accesorios de todo tipo. Pero, fue en 1955 que se acercó una persona a la tienda de Jeff y Marta, para hacerles la propuesta de su vida.
Esta persona entró a su tienda como un cliente más, llegó a donde estaban los dueños y les dijo: “¿qué les parece si abrimos un local como este en Disneyland?”. La respuesta de Jeff y Marta fue: “¿qué es un Disneyland?”. Lo demás es historia.
Jeff y Marta se trasladaron rápidamente a Estados Unidos, a Anaheim, California, para armar toda la tienda con los artículos con tejidos típicos que estarían llevando. Se llevaron, meses después, cuando estaban ya instalados, a su hija Alex, quien ahora nos cuenta esta historia. Pudieron estar abiertos con toda la mercadería guatemalteca para el día tan especial de la inauguración del parque, el 17 de julio de 1955. Vendían todos los tejidos dentro del pabellón de “Adventureland”, sección que aún existe en Disneyland y en Disney World.

Para Alex, la experiencia era surreal: A sus 10 años, estaba creciendo en el parque conceptualizado por, nada más y nada menos, Walt Disney. Era el nuevo “experimento” de Walt: un parque donde pudieran entretenerse niños y adultos, dándole vida a todos los personajes tan especiales y queridos que Disney ya había creado para la pantalla.
Alex era la única niña, con tan solo 10 años de edad, que tenía un pase permanente y con todos los privilegios para entrar al parque y a su mundo “detrás del escenario”. Un privilegio que pocos, muy pocos, han podido tener, creciendo y desarrollándose entre vaqueros, juegos pirotécnicos todas las noches y Mickey Mouse como Presidente de esa tierra mágica.

Alex conoció a tantas personas, entre ellas, a Walt Disney. “Walt llegaba a la tienda, le encantaba el colorido de los tejidos. Se interesó por los trajes típicos de Guatemala. En aquel entonces, Walt caminaba por todo el parque como uno más, pues no todos lo reconocían. Le gustaba ver por él mismo que todo estuviera perfecto”. Alex recuerda ir en los desfiles, hasta adelante en el tren, saludando como que era parte del equipo. “Era la única niña de fijo en el parque, por lo que me agarraron cariño. Podía entrar backstage y participar en los desfiles. Era la consentida de todos. Fue increíble”.

La tienda cerró en noviembre de 1975. En ese año, Disney, luego de 20 años, les confirmó a las personas que eran propietarias de tiendas que no renovarían contratos, pues pasarían todas las tiendas a ser operadas directamente por la empresa Disney.
Separarse de este mundo, para Alex, fue difícil: no conocía cómo vivir afuera de esta fantasía, que para ella, era su realidad.
Regresó a Guatemala, empezó a trabajar en Clark Tours como guía turística, lo que confirmaba que había absorbido demasiado todo lo relacionado con hospitalidad, servicio, turismo. De esta forma, conoció a Otto Corzo, quien es su esposo desde ese entonces, construyendo una familia con dos hijas y cinco nietos. Una de sus hijas sería la famosa Alejandrita Corzo, una niña cantante en la década de los 80’s, quién ganó el concurso América Ésta es Tu Canción, representando a Guatemala en Epcot Center.
Hoy Alex recuerda esos días con la misma magia de antaño: “Puedo decir que crecí en Disneyland, con Walt Disney como cliente de la tienda de tejidos guatemaltecos de mis padres”.