La nueva Steve Jobs. Así la llamaron. No sólo porque vestía de negro y era una gran comunicadora, como lo fue el fundador de Apple, sino porque dejó la Universidad de Stanford en el tercer semestre, a los 19 años, para fundar su propia empresa: Theranos.
Elizabeth Holmes desarrolló un dispositivo llamado Edison —al que ella llamaba “el iPod de la atención médica”—, cuya tecnología prometía detectar 240 posibles enfermedades que un paciente podría padecer en el futuro, usando una sola gota de sangre, desde casa y a un precio muy inferior del que manejan los grandes laboratorios.
Holmes parecía una genio de la ciencia y los negocios. Y, además, guapa. Apareció en las portadas de las principales revistas de negocios, como Fortune, Inc y Bloomberg Business Week.
La verdad era que su empresa estaba construida en fantasías: su tecnología nunca funcionó y sus análisis se realizaban en laboratorios externos de la competencia. Hoy su empresa está quebrada y no vale nada. Elizabeth enfrenta cargos por fraude y podría ir a la cárcel con una condena de hasta 20 años en prisión.
Esta manera de hacer negocios, basada en el capitalismo rapaz, en hacer dinero a costa de cualquier cosa, ya no puede continuar.
¿Por qué? Porque el planeta no resiste más la destrucción de empresas voraces. Porque los nuevos consumidores —millennials y centennials— demandan marcas con valores, que no exploten a sus empleados, que no dañen al medio ambiente. Porque los mejores talentos buscan trabajar en compañías éticas, donde haya un propósito más allá de hacer dinero.
Por eso te invitamos a imaginar cómo podemos construir nuevas empresas, unas que sean como árboles, que nazcan, crezcan y se desarrollen sin dañar su entorno, que contribuyan al crecimiento y cuidado del planeta y de la sociedad.
Si no cambiamos ahora, no habrá negocios para nadie, no habrá planeta para nadie. Como dijo Mahatma Gandhi alguna vez: “Si quieres cambiar al mundo, primero cambia tú.”
Fuente: Entrepreneur
