Guatemala, uno de los únicos 19 países megadiversos del planeta, presume que en sus costas del Pacífico cientos de tortugas marinas llegan anualmente para alimentarse, anidar o para reproducirse. Entre 2011 y 2014, bajo la supervisión del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP), se liberaron más de medio millón de neonatos de parlamas.
Las playas de arena negra que caracterizan al país, son la combinación ideal para el fomento del turismo sostenible y la conservación. Actualmente, según el acuerdo 1-21-2012 del CONAP, es prohibido totalmente el aprovechamiento de cualquier forma de las especies de nombre común Carey (Eretmochelys imbricata), Baule (Dermochelys coriácea), y la conocida como Verde, Negra o Prieta (Chelonia mydas agassizi). Su comercio es penado con cárcel de hasta 10 años y con multa de hasta Q 20 mil.
Según la misma normativa, la especie Parlama (Lepidochelys olivácea) es la única que puede ser aprovechada, con la condición de que se entregue un 20 por ciento de los huevos a uno de los 30 tortugarios autorizados para su conservación.
Las Parlama habitan en todos los mares de la región tropical y realizan migraciones prolongadas, lo que las constituye, no solamente en un patrimonio natural de los guatemaltecos, sino de la humanidad.
El CONAP creó una Estrategia para la Conservación de las Tortugas Marinas, puesto que estas se encuentran en el Listado de Especies Amenazadas de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) y forman parte de la Convención para la Protección y Conservación de las Tortugas Marinas – CIT –, lo que prohíbe su comercialización nacional e internacional.
Además, se creó un normativo específico para su liberación. A continuación algunas normas:
– Ningún tortugario debe retener a los ovíparos recién nacidos en piletas o baños con o sin agua ni a la vista de las personas.
– Las tortugas deben ser liberadas lo antes posible (6:00 horas si nacieron de noche o 17:30 si nacieron durante el día).
– Las tortugas recién nacidas no deben entregarse a los visitantes porque pueden dañarse por manipulación inadecuada o por hacerlo con sustancias químicas en las manos (protector solar, cremas, repelentes, lociones, etcétera). El público sólo podrá ser observador de la actividad de liberación.
– No se debe permitir sacar fotografías con flash, ya que esto provoca que las tortugas se estresen y se desorienten, con lo cual sus posibilidades de sobrevivencia se ven reducidas.
– Las liberaciones programadas por un tortugario no deben exceder grupos de más de 20 personas.
Cualquier incumplimiento de estas normas deberá ser reportado al CONAP a los teléfonos 2422-6700 extensión 1616.