La Junta Monetaria (JM) decidió mantener la Tasa Líder de Política Monetaria en 1.75 por ciento, indicó Sergio Recinos, presidente de la entidad y titular del Banco de Guatemala (Banguat).
Redacción Perspectiva
La entidad evaluó los balances de riesgos de la inflación y determinó no realizar cambios en la Tasa Líder de Política Monetaria.
Recinos refirió que las variables que tomó en cuenta la JM se relacionan con el entorno internacional respecto del crecimiento económico que continúa reflejando un ritmo dinámico para 2021.
De acuerdo con los expertos, la economía mundial crecerá en seis por ciento en 2021, y en 4.4 por ciento en 2022. “Si hiciéramos un análisis de las proyecciones previas, notaríamos que han sido al alza”, comentó Recinos.
Impacto positivo
Los principales socios económicos del país podrían tener un crecimiento del 5.4 por ciento este año, mientras que en 2022 sería de 3.3 por ciento.
De cumplirse las estimaciones “estarían impactando a Guatemala positivamente por el lado de la demanda externa”, añadió el Presidente del Banguat.
Estabilización de precios
Otros elementos considerados por la Junta Monetaria son los precios internacionales del petróleo, los cuales lograron estabilidad y se sitúan en 60.04 dólares por barril.
Recinos explicó que uno de los factores fue la tregua del conflicto entre Israel y Palestina.
Se prevé que a finales de año el barril de petróleo se sitúe en 57.42 dólares.
Recuperación económica
Las mejoras en la economía mundial será heterogénea entre países, regiones y sectores económicos, y los niveles de incertidumbre se mantienen elevados.
El estímulo fiscal también contribuiría a una recuperación más rápida. A esto se agrega la coordinación de la política monetaria y fiscal que conduciría a una recuperación sostenible.
Posibles complicaciones
La incertidumbre para el crecimiento económico se vería en el surgimiento de nuevas variantes del COVID-19 y en el atraso de las jornadas de vacunación.
También perjudicaría el endurecimiento de las condiciones financieras que generarían niveles significativos de volatilidad; además, la persistencia de los efectos asociados al COVID-19 dañaría el proceso de recuperación.