Por: Luis Rodrigo Asturias
Columnista de PERSPECTIVA
La igualdad en todas sus dimensiones se ha presentado cada vez más incluso hoy forma parte de las agendas gubernamentales y eso puede considerarse, en cierta medida, una victoria de las mujeres. Particularmente los movimientos de mujeres y los mecanismos para el adelanto de la mujer vienen abogando desde hace más de dos décadas por una acción activa del Estado para eliminar la discriminación, muchas veces en un contexto en el que dominaba la idea de achicarlo o limitar sus atribuciones.
Es necesario mencionar la importancia y la necesidad de construir una sociedad con igualdad de género, en gran medida se debe al liderazgo de mujeres que han democratizado el panorama regional, incluso llegando a la presidencia de varios países. Vale mencionar que la tendencia más esperanzadora, posible gracias a diversos logros educativos y políticos, es la mayor presencia de mujeres en el mercado laboral, lo que redujo la proporción de mujeres sin ingresos propios.
Muchos países de América Latina y el Caribe experimentaron un rápido crecimiento económico en los últimos diez años, lo que permitió lograr una mejora significativa en las condiciones de vida de la población. Gracias a condiciones externas favorables y a políticas inclusivas, no solo se lograron importantes avances en materia de reducción del desempleo y la pobreza, sino que, por primera vez en varias décadas, países de la región logró resultados positivos en materia distributiva (CEPAL, 2012).
El liderazgo de mujeres ha democratizado el panorama regional».
Aunque son varios los logros en materia de igualdad, aún existen grandes desafíos. La sobrerrepresentación de las mujeres entre las personas en situación de pobreza las ha convertido en objeto y sujeto de políticas sociales que, sin una mayor problematización, asocian la entrega de beneficios monetarios directos a las mujeres a una medida virtuosa, dejando entrever el sesgo de género sobre el que se apoyan las políticas sociales (CEPAL, 2012b).
La sociedad en su conjunto tiene la responsabilidad de intervenir en el papel laboral ya que en muchos casos el empleo disponible privilegia injustamente a los hombres, desaprovecha el logro educativo de las mujeres y no consigue eliminar la carga doméstica heredada de tiempos en que las mujeres solamente se ocupaban del cuidado de los miembros de la familia.