En vísperas de la pasada votación del 6 de Septiembre se hizo evidente el dilema que muchos electores tenían, no sabían si confiar en las diferentes encuestas que mostraban muchos medios y tampoco les convencía ningún candidato al 100%. A la vez, sentían temor en caso quedara electo uno o más de los candidatos punteros. En las redes sociales se podían encontrar comentarios como “(…) tengo gran estrés pensando si voto por estrategia o por convicción (aunque ninguno me convence); veo las encuestas y me entra un pánico…”.
Este tipo de comentarios demuestran una de las grandes debilidades del sistema actual, en el cual, la gran cantidad de candidatos provoca que el voto de algunos grupos afines se disperse cada vez más entre los aspirantes, dando lugar a una segunda vuelta entre candidatos originalmente no deseables para ellos».
En este contexto, el Centro para el Análisis de la Decisiones Públicas (CADEP) de la Universidad Francisco Marroquín condujo un experimento para analizar cómo se comportaría el electorado guatemalteco si tuviera la oportunidad de expresar su voto asignándole a cada candidato un rango según el orden de su preferencia, es decir, otorgándole al candidato favorito el número uno y al menos deseado el último número del total de candidatos. Los resultados del experimento pueden ser consultados en el sitio web de CADEP (http://epri.ufm.edu/ejercicio-de-simulacion-de-votos/). Vale la pena resaltar que la encuesta se abrió al público en general a través de redes sociales, lo que implica que la muestra no es representativa. Sin embargo es oportuno comentar lo que el método podría aportar si fuera adoptado en nuestro país para futuras elecciones.
Este método, conocido como “voto alternativo”, “voto preferencial” o en inglés, “instant runoff”, es utilizado en varios países como Australia, Irlanda e India. Para determinar el ganador primero se cuentan los votos de preferencia 1, si ningún candidato obtiene más del 50% de votos válidos, se elimina el candidato con el menor número de las primeras preferencias y se toman en cuenta las segundas preferencias marcadas en esas papeletas. Estas preferencias son asignadas a los candidatos restantes conforme al orden indicado en cada papeleta. Este proceso se repite hasta que un candidato obtiene una mayoría absoluta. El CADEP simplificó el proceso multiplicando el número de votos otorgados a cada candidato por el número de preferencia de tal forma que el candidato con la calificación más baja representa el de mayor preferencia.
Lo importante es notar que un sistema como éste, podría no sólo eliminar la necesidad de una segunda vuelta; sino además, le daría mayor libertad al electorado de votar por quien realmente quiere, sabiendo que se puede utilizar la segunda opción para votar por otro candidato que aunque no sea el preferido, cuenta con una mayor probabilidad de ganar. También se puede aplicar un “antivoto” al colocar al candidato que realmente no quiere que quede como la última opción.
Claramente, un sistema de voto alternativo requiere un electorado consciente de analizar todas las opciones para poder otorgarles un rango realmente representativo de sus preferencias. Iniciativas como la de “candidatos.gt” pueden contribuir a que el votante tenga más herramientas para lograr este análisis. Parece ser el momento ideal para considerar opciones como esta de manera que se puedan incluir en los cambios que tanto necesita el sistema electoral.