No cabe la menor duda que la iglesia católica centroamericana ha vivido momentos aciagos como en todo el continente, pasaron de tener todo el poder del Estado durante la colonia a ser recluidos en las iglesias durante las revoluciones liberales de mediados y finales del siglo XIX.
Julio Abdel Aziz Valdez
Apoyaron movimientos insurgentes entre la década del setenta y ochenta, involucraron a miles y muchos de esos murieron no para hacer de la región un lugar mejor para vivir sino para que la nueva iglesia católica siguiera con vida, esto no detuvo el avance del cambio religioso que se avecinaba y del cual hablaremos en otra ocasión.
En fin, hoy en día somos testigos como la dictadura, la real dictadura centroamericana, la de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo junto con el partido de la revolución, el Frente Sandinista de Liberación Nacional, así es, la misma estructura que pretendía hacer un paraíso socialista en la región y para ello uso armamento soviético y asistencia cubana, expulsó a millones de sus compatriotas a Costa Rica y Estados Unidos, pero eso es historia antigua, pero que el actual gobierno en su afán de imponer la homogeneidad de pensamiento no solo cierra periódicos, cancela ongs sino que ha encarcelado a sacerdotes y autoridades eclesiales, esto último merece especial atención.
Sin la participación de esta misma iglesia católica, que hoy esta siendo perseguida, la revolución sandinista que triunfa luego de la renuncia de Anastasio Somoza en 1979, por cierto luego de que ellos mismo se imponen sobre la junta provisional de gobierno, es más, en los años posteriores la alianza con esta misma iglesia permitió cerrar el avance de las iglesias evangélicas en toda la región, no es exagerado decir que Nicaragua era el país más católico de toda la región, esta diferencia hacia de la experiencia sandinista diferente al socialismo stalinista de los cubanos que reprimieron a la misma iglesia luego del triunfo de su revolución en 1959, veinte años antes.
Tales actos de violencia institucional que se diferencian a los ocurridos en las décadas de conflicto armado, donde religiosos se armaban para imponer su visión cristera de la revolución socialista y de teología de la liberación (valga la redundancia) hoy y sobre todo en Nicaragua, los niveles de tensión social disminuyeron una vez se aplaco a balazos las manifestaciones producidas cuando el FSLN se dispuso para la reelección y con ello confirmaron sus intenciones dictatoriales. El divorcio del sandinismo con la iglesia se produce una vez se dan cuenta que esta responde a sus propios intereses y hace alianza cuando las condiciones así lo demanden, de ahí que se mandaron a hacer su propia versión del cristianismo, santificando a los héroes del sandinismo y con la espiritualidad new age de doña Rosario.
El silencio priva en el Vaticano con un Papa jesuita, igual que en las iglesias católicas en toda la región, donde la Teología de la Liberación se convirtió en la Teología de la Perversión ya que apaña movimientos feministas abortistas, etnicismos decoloniales que insultan el aporte del cristianismo en la identidad cultural actual, promueve liderazgos políticos denostados de la izquierda eso sin contar la usurpación de propiedades privadas. Los embravecidos sacerdotes y monjas que una vez dijeron que representaban al pueblo pobre siguen considerando que Nicaragua es el epitome de la igualdad a la que desean acceder algún día, de ahí que el tema de los encarcelamientos y la destrucción de iglesias, como ha sucedido en Argentina y México con las feministas, no tenga importancia.
Cuando vemos al Obispo Rolando Álvarez hincado en la calle con policía sandinista atrás lo que vemos es la muerte de la teología de la liberación como concepto, no puede haber ninguna consideración y justificación para quienes con la fuerza del Estado intentan delimitar la libre expresión de la espiritualidad, pero como la teología de la liberación se constituyo como la contra partida de los gobiernos de “derecha” al parecer cuando se trata de contravenir a los de izquierda se quedan sin argumentos, para los que realmente usan la violencia en la actualidad y la justifican no desde la legalidad sino desde la moralidad que les confiere el ser de izquierda, moralidad santificada con agua bendita.