Mario Mérida. Escritor, comunicador y docente universitario
Por esta fecha, pero hace setenta y ocho (78) años, oficiales subalternos del ejército guatemalteco y un grupo de estudiantes de la Universidad de San Carlos, terminaban de afinar detalles para desconocer y relevar al general Ponce Vaides, quien había sustituido en la presidencia al General Jorge Ubico tras su renuncia (1/julio/1944).
Transcurridas casi ocho décadas, aún persisten dudas sobre si es válido llamar revolución a los sucesos ocurridos en la fecha señalada. Caballeros M (2002)[1] , realizó un análisis particular sobre las llamadas revoluciones, anotando que: “… las autocalificadas «revoluciones» de Guatemala, en octubre de 1944, y de Venezuela, en octubre de 1945; c) la revuelta constitucionalista del coronel Caamaño en Santo Domingo, en 1965 y, antes, las asonadas de Carúpano y Puerto Cabello en Venezuela, en 1962”. Caballeros, también hace referencia a que pocos partidos comunistas del continente tomaron la tesis de la lucha armada como suya. En el caso de Guatemala indica: …”El partido guatemalteco, en cambio, nunca parece haber dejado de ser abiertamente prosoviético, aun en pleno proceso de lucha armada”.
Un ejemplo de lo anterior es lo expresado por Huberto Alvarado, Secretario General del PGT, que afirmó en una ocasión: “La lucha firme y heroica de los comunistas y las organizaciones populares y revolucionarias, que en la década de 1920 a 1930 levantaron en nuestro país la bandera del socialismo, constituye un glorioso antecedente de nuestro partido, aunque, lamentablemente, no haya logrado vertebrarse entonces, en forma definitiva, el partido marxista-leninista de la clase obrera guatemalteca”[2].
Oscar de León Aragón[3] en su libro “Memorias de un estudiante del 44” -vale la pena leer- narra sucesos, que interpretados sin apasionamientos sectoriales da pie para asegurar que lo sucedido fue un típico cuartelazo, con el apoyo de un grupo reducido de estudiantes universitarios a quienes por la tarde se unieron otros grupos sin saber exactamente lo que sucedía. Como suele acontecer en este tipo de acciones”.
Continúa de León Aragón: “Democracia y Constitución fue la contraseña para identificar a los estudiantes que apoyaban el levantamiento militar. De León Aragón describe ese momento: “A las 2:30 de la mañana parten hacia la Guardia de Honor. Los choferes entran en conocimiento del plan, y algunos se asustan y hubo necesidad de intimidarlos. Desde un torreón marcan el alto y apunta una ametralladora. Se identifican los universitarios, pero el ametralladorista responde que las cosas se están arreglando adentro y hay que esperar. Momentos después, el capitán Jacobo Árbenz y el subteniente Enrique de León llegan un jeep. Los universitarios los siguen y entran a la Guardia de Honor. La universidad se había unido al Ejército”.
Este hecho marcó el inicio de un nuevo proceso político, no tan democrático, porque la Constitución de 1945 prohibió “… la formación y el funcionamiento de organizaciones políticas de carácter internacional o extranjera…” (Art. 32[4]). Esa norma constitucional sirvió al Presidente Juan José Arévalo para clausurar la escuela CLARIDAD (25/enero/1946), por su manifiesta actividad orientada a la formación comunista y a la vez mantenerse fiel a su pensamiento anticomunista, expresado en más de una oportunidad:” Contra esta imagen de una armonía social llamada democracia, se levanta a su vez el comunismo. La doctrina comunista está hecha de hipótesis generalmente inadmisibles”.
Árbenz lo estropeó
Él período iniciado por el presidente Arévalo, no germinó, porque su sucesor lo hecho a perder. La reconstrucción histórica se ha sesgado tanto, que ahora llaman contrarrevolución a la expulsión de Árbenz. Obvian mencionar los desmanes y crímenes cometidos durante su gobierno, los cuales están ampliamente registrados por los periódicos de la época, que espero no sean deslegitimados, como lo es cualquier fuente de información que contradice la pervertida reconstrucción histórica.
Es importante rescatar eventos difundidos por fuentes altamente confiables, como CEUR (27/marzo/2001), que identifica al coronel Francisco Javier Arana como el “incuestionable líder de los militares de líneas, que eran quienes tenían las armas”. El posterior asesinato de Arana, en las vísperas de las elecciones para relevar a Arévalo facilito la designación y elección de Árbenz.
La actuación de Árbenz y algunos de sus funcionarios es descrita por los medios impresos de la época: 1. “Estudiantes anticomunistas Cruelmente Torturados” (Prensa Libre. 17/junio/1952); 2. Fueron asesinados VIRGILIO DELLACQUA y el coronel OSCAR PORRAS PORTILLO (La Hora 1/julio/1954); 3.”Diecisiete campesinos asesinados” en Tiquisate, Escuintla (El Imparcial 2/julio/1954) y 4. El Congreso destituyó a Magistrados del Organismo judicial por amparo emitido contra el Presidente Árbenz,entre los cesados estaban el “presidente del Organismo Judicial, licenciado Arturo Herbruger Asturias y licenciados Justo Rufino Morales, Francisco Carrillo Magaña y José Vicente Rodríguez”… A criterio de Árbenz la Corte no está cumpliendo la ley (Prensa Libre 6/Febrero/1953).
A pesar del tiempo transcurrido desde los eventos ocurridos en octubre (1944), aún persisten sombras y distorsiones acerca de lo sucedido, tanto de parte de militares, como civiles. Sin embargo, poco a poco se aclaran con las últimas versiones de quienes fueron actores, testigos presénciales o referenciales, que desafortunadamente se han marchado del mundo terrenal[5]. Gracias, por su aporte para reconstruir un suceso tan determinante en la historia contemporánea de nuestro país -aunque a más de alguno le moleste-; evento que los militares, a pesar de haber llevado el liderazgo han optado por permanecer al margen de su celebración, dejando el espacio para que otros descaradamente se lo apropien y celebran pomposamente. Los primeros atribuyéndose su incubación y la paternidad de la primavera democrática; entre tanto, los segundos lo hacen destruyendo infraestructura vital para los ciudadanos, como ocurrió el pasado jueves, en que algunos jóvenes se dedicaron a dañar: “Las estaciones del Transmetro ubicadas sobre la Avenida Bolívar, 18 calle y Centro Histórico. Los vándalos también se robaron la bandera instalada a un costado del Banco de Guatemala y la arrastraron sobre la 7 avenida de la zona 1”[6]. Además, de las pintas -muerte a la patria del criollo-. Acciones, que seria injusto acreditárselas a los estudiantes universitarios. A propósito de esto último. Recuerdo la frase de un profesor con respecto a estos actos vandálicos: de Estudiantes Revolucionario y de profesional explotador… o algo parecido.
[1] “Una falsa frontera entre la reforma y la revolución. La lucha armada latinoamericana”. https://nuso.org/articulo/una-falsa-frontera-entre-la-reforma-y-la-revolucion-la-lucha-armada-latinoamericana/
[2] Experiencias. La penetración imperialista, la lucha de clases y las primeras organizaciones marxistas en Guatemala. Nos. 6, 7 y 8. Diciembre de 1961 y enero de 1962.
[3] Mérida M (2010). La historia negada.
[4] La vigencia del contenido ideológico del artículo 32 en las Constituciones 1945, 1956 y 1965 sustento en parte el alzamiento armado, pero a su vez fue la base constitucional para combatirlos”.
[5] Edgar Ruano y Oscar Peláez. Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR). 27/03/2001)
[6] https://republica.gt/seguridad-y-justicia/vandalizan-estaciones-del-transmetro-y-patrimonio-del-estado-en-marcha-del-20-de-octubre-