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miércoles, julio 2, 2025

Jerusalén y la paz

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Por: Marco Vinicio Mejía

El sábado 24 de diciembre de 2017, el presidente Jimmy Morales informó en las redes sociales el traslado de la embajada guatemalteca a Jerusalén. Esta disposición es inconstitucional, pues al tenor del segundo párrafo del artículo 182 de la Constitución Política, el Presidente de la República tenía la obligación de actuar «siempre con» los Ministros, en Consejo o separadamente con uno o más de ellos, que en este caso era con la Ministra de Relaciones Exteriores.

La orden de trasladar la sede de la embajada en Israel también es inconstitucional, porque debió comunicarse con el Refrendo de la Ministra de Relaciones Exteriores, en acatamiento a lo preceptuado en el artículo 194 literal c) de la Constitución Política de la República. La Corte de Constitucionalidad estableció que «refrendo en el ámbito constitucional es el acto por el cual un Ministro autoriza con su firma decretos, acuerdos, reglamentos y otras disposiciones de carácter general, suscritas por el Presidente de la República, dándoles así, validez. Queda establecido que “actuar siempre con” no es sinónimo de “refrendar” (Gaceta No. 35, expediente No. 519-94, resolución: 02-03-95)».


El presidente Morales informó a la Corte de Constitucionalidad, que sus decisiones al dirigir las relaciones internacionales y la política exterior de Guatemala quedan a su «discreción», además de que el procedimiento para ordenar el traslado de la embajada a Jerusalén «no está normado». De ahí que no existe documento de la orden del traslado de la embajada, pues sus instrucciones fueron «verbales». Con esta aseveración admite que violó el principio de legalidad contenido en el artículo 152 de la Constitución Política.


El Pacto de San José, en su artículo 32 numeral 1 establece respecto a la correlación entre deberes y derechos, que “Toda persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad”. Para los efectos de esa Convención, «persona es todo ser humano.» El amparo contra la orden del presidente Jimmy Morales de ordenar el traslado de la embajada a Jerusalén, no lo presenté contra una persona natural sino contra la institución del Presidente de la República.

Como persona individual, ni lo humano ni la Humanidad me son ajenas. En estos momentos, en Tierra Santa se viven episodios trágicos para la especie humana. Los medios de comunicación en Guatemala no le han dedicado una sola línea a las matanzas que han ocurrido a partir del Viernes Santo, con el inicio de la Gran Marcha del Retorno emprendida por los palestinos, quienes fueron desplazados y son reprimidos desde hace 70 años.

El anuncio del traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, en diciembre del año pasado, provocó fuertes protestas en los territorios ocupados en Palestina. Una adolescente, Ahed Tamimi, de 16 años, fue condenada a 8 meses de prisión por un tribunal militar por haber abofeteado a un soldado israelí, después de que su primo sufrió un disparo en la cabeza durante los disturbios que provocó el anuncio del presidente de Estados Unidos, lo que dejó en punto muerto las negociaciones de paz entre Palestina e Israel.


La orden del presidente Jimmy Morales de secundar esta decisión, viola mi derecho individual a la paz. La Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948, manda en su artículo 28 que «Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esa Declaración se hagan plenamente efectivos.»


La orden de trasladar la embajada de Guatemala a Jerusalén, también violenta el artículo 149 de la Constitución Política de la República, al preceptuar que Guatemala normará sus relaciones con otros Estados, con el propósito de contribuir al mantenimiento de la paz y la libertad, al respeto y defensa de los derechos humanos.

El Talmud de la tradición judía afirma que, quien salva una vida, salva el mundo entero. En la decisión de la Corte de Constitucionalidad está la oportunidad de enviar un mensaje al mundo. Al revocar la orden de trasladar la embajada a Jerusalén evitarán que no haya una muerte más entre palestinos e israelíes por causa nuestra. No permitan que una decisión presidencial precipitada nos condene como un pueblo que provocará más muertes y odio. Principiemos por ser instrumentos de una paz que en empieza en cada uno de nosotros.

 

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