El sueño americano definido en Wikipedia como “la igualdad de oportunidades,… la libertad que permite que todos los habitantes de Estados Unidos logren sus objetivos en la vida únicamente con el esfuerzo y la determinación”, es una de las principales razones por la que cada día miles de guatemaltecos parten hacia el norte, arriesgando su vida, dejando a su familia, amigos y tierra. La fuerza de “querer alcanzar sus sueños a través de un trabajo” se torna más fuerte que la fuerza del hogar, de la familia y de la tierra que les engendró, tanto, que vale la pena arriesgar hasta la vida por ello.
¿Cuál es la causa? El no poder encontrar en su tierra oportunidades para salir adelante, para soñar con que las cosas pueden ser distintas para él o ella.
A muchos les parecerá pura falacia poética, pero no lo es. Es una realidad que vivimos día a día y es tan usual para nosotros los guatemaltecos que nos hemos vuelto ciegos ante la necesidad, y más grave aún, en esta miopía voluntaria (porque es mejor no ver) continuamos sin tomar acciones concretas como país para procurar un cambio de fondo.
Cada año alrededor de 180 mil jóvenes de entre 17 y 19 años terminan los estudios vocacionales (el 85% de los graduandos son de colegios privados) con la esperanza de que el sacrificio que sus padres han realizado durante 12 años de estudios, pague su fruto proporcionándoles un trabajo. Encontrándose en lugar, con una cruel realidad: solo alrededor de 20 mil jóvenes (11%) encontrarán un trabajo, y de estos, el 86%(*) tendrá salario promedio menor al salario mínimo.
Además, el 60% de la población de Guatemala (9.2 millones**) es menor de 30 años y somos el país del istmo con el mayor bono demográfico. Por lo que en los próximos años la cifra de jóvenes con necesidad de empleo se incrementará grandemente. ¿Y qué hacemos? Será suficiente llenar las emisoras de radio con anuncios que indican los riesgos que este viaje hacia el Norte implica ¿O bastará crear leyes contra los coyotes para frenar la migración? ¿O poner en marcha planes solidarios o políticas que no son auto sostenible?
Por supuesto que no, es claro que no es suficiente y no lo será nunca. La sobrevivencia y la búsqueda de una oportunidad para muchos es más fuerte, y consideran que vale más la pena morir en la lucha que quedarse en este lugar muriendo de apoco, en donde se mueren los sueños y las oportunidades, antes de presentarse.
¿Qué necesitamos entonces para retener a nuestra gente y para que en este país, nuestra Guatemala, también se logren los sueños a través de la determinación de nuestros jóvenes? Necesitamos crear oportunidades de empleos, ¿Cómo? La única forma sostenible (el socialismo nos demostró que no hay ninguna otra) es a través de la nueva inversión, local y extranjera.
¿Cómo atraemos inversión? Volviendo a Guatemala competitivo a través de una legislación que promueva la inversión y la competencia–hoy la tenemos más difícil que antes, frente a los grandes cambios legislativos que han hecho nuestros hermanos centroamericanos-; con leyes laborales flexibles, con estructuras de educación orientadas hacia la empleabilidad en industrias de primer mundo y a la economía mundial.
Por ello, nuestro deber inicial es abrir los ojos ante el potencial peligro que para nuestra economía de país y por supuesto la propia, significa y significará, el no contar con una política de estado que promueva la competitividad, la sostenibilidad y el desarrollo de las industrias intensivas en mano de obra.
Es nuestro deber como ciudadanos responsables exigir a nuestros legisladores y autoridades, políticas publicas congruentes con las necesidades del país y su crecimiento económico, asimismo es nuestro deber promover desde nuestras empresas e industrias, acciones que incrementen la inversión y el crecimiento de la clase trabajadora. Por nuestros hijos, nuestros nietos y las futuras generaciones.