Por: Pablo Blanco
Columnista de PERSPECTIVA
La economía circular es un concepto novedoso que tiene sus raíces en el desarrollo sostenible. Desde la época de la revolución industrial, el modelo de producción y consumo del sistema capitalista reposa en un esquema linear. En resumen este esquema linear se traduce en lo siguiente: Extracción de materias primas > producción >consumo > desechos.
Los fundamentos de la sociedad de consumo encuentran hoy sus límites ante los retos medioambientales, la generación de empleo y el aumento de la población mundial la cual se espera crezca un 43% entre el año 2012 y 2100.
Razón tenía el sociólogo chileno Thomas Moulian al publicar su libro “el consumo me consume” en el año 1998, en el cual reconoce que el consumo es una operación cotidiana e imprescindible que esta ligada a la reproducción material, pero también espiritual (cognitiva, emocional y sensorial) de los individuos. En el análisis del consumo, dice Moulian, lo importante es abstraerse de la concepción del consumo como deseo, con su correspondiente patología y desviación. Solo haciendo una crítica interna del deseo como tal, podremos comprender las dinámicas sociales del consumo, y su compleja relación en el mundo globalizado. Siendo una actividad vital en el desarrollo de la humanidad (el consumo), se encuentra de forma permanente bajo el escrutinio moral.
Por cierto este excelente libro fue un regalo que me ofreció el profesor Patricio Silva de la Universidad de Leiden en un curso de formación económica y social organizado por FLACSO en Chile, en el año 1998″.
La economía circular consiste en pasar de un modelo de reducción de impacto ambiental a un modelo de creación de valor, positivo en el ámbito privado (económico, social, ambiental) y en el ámbito de lo público. La economía circular se inspira en los fundamentos de los ecosistemas naturales, promoviendo que la utilización eficiente de los recursos pueda ser capaz de crear valor económico, social y ambiental. Se inicia con un análisis de los flujos de materia para producir determinado producto y luego se identifican las posibilidades de una eventual reparación, reutilización y reciclaje a lo largo de la vida del producto o servicio.
En este sistema de economía circular también encuentra su espacio el concepto de valor público. Este concepto, retomado por el profesor Julio Sergio Ramírez de INCAE se refiere al bienestar colectivo que crean diferente actores sociales, tales como el gobierno y sus respectivas agencias.
Finalmente son los países miembros de la OCDE que atraviesan algunas crisis en sus sistemas económicos que pueden potencializar la economía circular».
Países como Francia, Dinamarca, Canadá encuentran en sus modelos económicos espacios para crear casos de éxito de economía circular. El mayor ejemplo es la ciudad portuaria de Kalundborg (Dinamarca). La fundación Ellen Macarthur ha publicado el caso de esta ciudad portuaria y puede ser consultada en francés e inglés a través de este sitio. http://www.ellenmacarthurfoundation.org/fr/case_studies/la-symbiose-industrielle-de-kalundborg
Queda en la administración pública de nuestros países comprender y conocer de este innovador concepto para promover políticas públicas que permitan a las empresas y gobiernos locales emprender iniciativas de economía circular, principalmente en el uso y gestión del agua, energía y desechos.
Correo: pablo.blanco@consultor.incae.edu
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