Guatemala es el país de la región con menos recaudación como porcentaje del PIB, según estimaciones del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI). La recaudación apenas asciende al 10% respecto del PIB.
Sin embargo, lo países que crecen de forma sostenida tienen una recaudación que alcanza un 18% y 23% del PIB. Esto debido a que los impuestos representan la fuente de financiamiento para bienes públicos como salud, educación y seguridad social, que convierten a la sociedad en una más productiva.
El resultado de un país que no recauda impuestos, se llama Guatemala. Efectivamente, en el país nos enfrentamos a un Estado mínimo, sin capacidad alguna para brindar servicios públicos gratuitos y de calidad, sin capacidad de contratar capital humano capacitado al servicio de la sociedad, sin capacidad para combatir la corrupción y aportar al desarrollo inclusivo del país.
Según un ranquin realizado recientemente por el Banco Mundial acerca de los ingresos y gastos sociales de 186 países alrededor del mundo, Guatemala ocupa el último lugar en inversión social. Es el país más pobre en términos de sus ingresos y por ende, es el país que menos invierte en materia social.
Según los hallazgos Guatemala invierte apenas el 7% del PIB en educación, salud y protección. Representa la inversión más baja del mundo. Con esto el país no puede avanzar en lo más mínimo. Es por ello que se recomienda un impuesto progresivo que permita fortalecer el sistema tributario y fomentar mayor equidad en el mismo.
Sin embargo, la realidad está lejos de ser esperanzadora. Para Guatemala el desarrollo social sigue siendo una materia pendiente, pero indispensable para mejorar.
La gran limitante para ello es la corrupción que impera en el sistema tributario nacional y en las diferentes dependencias, es un cáncer que ya tendrá un impacto nocivo en la operación gubernamental del 2016. Nos encontramos frente a un Estado desfinanciado y sin recursos. La gran pregunta es: ¿En qué puede cambiar esta realidad con el nuevo presupuesto a autorizar por el Congreso de la República?
Un país sin impuestos es un país sin recursos para operar y hacer más productiva a su población. Buscar financiar la inversión social a través del presupuesto nacional no es una opción. El secreto no está en reajustar el presupuesto, ya que estos recursos se asignan para la operación de las instancias de gobierno más no para invertir en materia social.
Además el 90% del presupuesto no puede trasladarse debido a que, por ley, se asignan porcentajes constitucionales ya establecidos. Efectivamente, el margen de maniobra en el presupuesto es apenas del 10%, con lo que los cambios no son visibles».
La verdadera esperanza está en una reforma tributaria con un impuesto progresivo, que fomente transparencia y equidad al sistema tributario. Esto no es una receta mágica. Es algo necesario para el país. Algo peor que ser el país con menor inversión social en el mundo no puede suceder. Por lo que ya es hora de cambiar las reglas del juego y velar realmente por una Guatemala mejor, donde la población reciba lo que merece: salud y educación de calidad con guatemaltecos más productivos que alcancen un mejor mañana.