La semana pasada, el Atlantic Council junto con Fundesa realizaron, en Washington D. C., un foro sobre la relación económica y de seguridad entre Guatemala y los Estados Unidos, un evento claro para entender mucho de lo que está pasando.
Por Juan Carlos Zapata
Si se quiere ver, está en las redes sociales de ambas instituciones. Uno de los grandes temas que salió de la conversación es qué se necesita para mejorar el crecimiento económico del país, que durante los últimos 20 años ha estado alrededor del 3.5%, cuando el potencial de crecimiento de Guatemala, por su población joven y nivel de urbanización podría ser del 5.5-6%. El mayor cuello de botella es la infraestructura, especialmente la infraestructura pública.
Guatemala es el país donde el Gobierno invierte menos en infraestructura de toda la región, con apenas 1.6% del PIB. Esto no es por falta de recursos, o de una visión clara. La Política Nacional de Competitividad 2018-2032 lo establecía como una prioridad e incluso el Plan Nacional de Logística mencionaba los proyectos; además, la Ciudad de Guatemala, en conjunto con varias municipalidades del área metropolitana, han invertido en el Plan Maestro de Movilidad con la cooperación de Corea. Sin embargo, todo pareciera verse a largo plazo, porque no se ven todavía los estudios previos ni la capacidad necesaria para generar proyectos de gran envergadura.
Uno de los grandes proyectos que se ha mencionado, por poner un ejemplo, es el Metro, línea 1, de la Ciudad de Guatemala, que es sin duda un proyecto de gobierno al más alto nivel presidencial y que, con la contratación del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, podría ser una realidad. Sin embargo, se necesitan inversiones estratégicas complementarias clave. Por ejemplo, retomar la construcción del puente Belice 2, que es urgente para conectar a toda la población de la zona 18, o continuar los estudios de preinversión para construir el puente El Frutal (Cenma-Petapa) que ayudaría a conectar a toda Villa Nueva con la Ciudad de Guatemala, con un sistema de transporte eficiente.
Los próximos 20 años deben ser de infraestructura.
Y es que pensar en un metro para conectar solo de la Atanasio a la zona 1 de la Ciudad de Guatemala es un primer paso en el camino correcto, pero sepamos que no va a resolver el tráfico de la ciudad. Eso será un proyecto de varios que tendremos que realizar. Pensemos: Guatemala es el país con la menor inversión en carreteras de América Latina, apenas un metro de red vial por habitante y, si eso lo llevamos al departamento de Guatemala, baja a apenas 25 centímetros de red vial por habitante.
Necesitamos pensar cómo el Gobierno puede priorizar proyectos como los ocho tramos de la C-50, que ayudaría a que el tráfico pesado no entre a la Ciudad de Guatemala, al mismo tiempo que se empiezan a ejecutar los proyectos a través de la Ley de Infraestructura Vial Prioritaria desde la DIPP y se empujan las reformas en el Congreso de la República para agilizar las alianzas público-privadas. Así que, cuando alguien te diga que tiene la solución mágica para resolver el problema del tráfico, no le digas que te explique el qué, sino el cómo. Porque el país tiene que tener una conversación hacia cómo a hacer realidad muchos proyectos para interconectar la capital y el país y desde qué unidad ejecutora se van a financiar. Esas son conversaciones adultas e inteligentes que debemos empujar.
Aprovechemos que tenemos una agenda clara de políticas públicas y una relación positiva con visión de largo plazo de urgencias en los sistemas de transporte, al mismo tiempo que empujamos prioridades reales de desarrollo.