Solo bajo el reinado de la CICIG-FECI, en una Guatemala donde hubo jueces y abogados que obedecieron al ente internacional, pudo darse una captura tan aparatosa, absurda, violenta e injusta como la de la abogada Dora Bonilla Berger, quien narra algunas de las injusticias cometidas en su contra por Miguel Ángel Gálvez, juez de Mayor Riesgo que demostró ser de los que tienen “puño de acero y mandíbula de vidrio”, según Bonilla, ya que con ella fue implacable, pero cuando le tocó demostrar su inocencia ante el pesquisidor para el retiro de su antejuicio, eligió escapar del país alegando persecución política.
Roxana Orantes Córdova
Dora Bonilla Berger es una mujer menuda, de cabello blanco y mirada directa, quien hace 36 años dirige una oficina jurídica y contable. Su primer título académico fue el de contadora y posteriormente, se licenció en Ciencias Jurídicas y Sociales, Notariado y Abogacía, profesiones que ejerce hace décadas.
Bonilla fue reconocida por el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG) por sus 25 años de ejercicio y este colegio profesional, también le extendió el certificado donde consta que la abogada jamás cometió ningún acto que mereciera sanción del CANG.
A pesar de esto, la CICIG, representada por su mandataria Leily Santizo y la FECI a cargo de Juan Francisco Sandoval, la presentaron como parte de una estructura criminal que parece fruto de la imaginación y en cualquier caso, es una de esas construcciones mal ensambladas, que se tambalean y caen al primer zarandeo.
La referida estructura criminal que “ellos crearon”, señala Bonilla, estaría integrada por los siguientes miembros:
El General Erick Melgar Padilla, ex jefe de la DIGECAM; Rony López, fiscal que investigaba el asesinato de José Armando Melgar, padre del General; Mynor Macario Rojas, policía (cuyo delito fue hacer un mapa de la banda que habría asesinado a Armando Melgar) y una trabajadora administrativa de DIGECAM, además de Dora Bonilla.
Dora Bonilla recuerda la captura que dejó secuelas muy dolorosas
Como profesional de prestigio, madre de varios hijos y nietos, Bonilla siempre fue una persona respetada por sus colegas, subalternos y conocidos. Su “crimen”, probablemente tiene relación con que sea pariente político del General Melgar, de quien no fue abogada.
Desde el momento de su captura, el 16 de febrero de 2018, la jurista fue objeto de múltiples vejaciones. Primero, por los fiscales y policías que irrumpieron en su oficina y posteriormente, por el juez Gálvez, comenta.
“Alrededor de 75 agentes de policía y soldados entraron en mi oficina. Todos iban con pasamontañas y me engañaron, al decirme que estaban realizando un allanamiento. Cuando bajé al primer nivel, me leyeron la orden de captura y el policía a cargo dijo: espósenla. En décadas de trabajar como penalista he visto muchas capturas de delincuentes. A ninguno trataron como a mí”, narra la abogada, quien no puede contener las lágrimas al recordar que uno de sus nietos realizó búsquedas en Google para ver si estaba viva.
“El daño que causaron a mi familia fue muy grande. Trataron de destrozar mi reputación y me detractaron, pero no consiguieron que mis seres queridos, empleados y amistades dejaran de creer en mí. Todos me visitaron durante el año y medio de prisión preventiva en que estuve por órdenes de Gálvez, porque para mi familia no era ninguna vergüenza saber que yo estaba presa injustamente”, dice Bonilla y agrega:
“Aunque me quedan secuelas, mantuve la frente en alto. Nadie logró botar mi personalidad, mi dignidad ni mi capacidad laboral. La que Gálvez no tiene”.
Gálvez, el juez implacable que también se equivoca
Con tantos años de ejercicio, una oficina establecida hace décadas, hijos y nietos, era previsible que Bonilla obtuviera medida sustitutiva. “Ni siquiera tengo pasaporte, porque ya no viajo. Tengo bastante demostrado el arraigo”, menciona y agrega que Gálvez repitió varias veces: “bajo estas circunstancias, no es aconsejable la medida sustitutiva”.
En diferentes momentos del proceso, el juez de Mayor Riesgo B enfatizó en el supuesto poder de la llamada “estructura criminal”. El General Melgar es hermano de un diputado, y Gálvez se solazaba mencionando que en ese caso había: “militares, diputados y fiscales del MP”.
Según recuerda Dora Bonilla, Gálvez expresó constantemente el odio exacerbado que tiene contra los militares. “Al General jamás lo llamó por su grado”, cuenta y agrega que a ella nunca le dijo su grado académico, sino la llamaba “señora”.
El juez, en aquel tiempo aclamado por medios de comunicación afines, interrumpió constantemente a Bonilla, cuando ella debió prestar su declaración. Esto no es legal, pero Gálvez parecía complacerse. Tampoco se dirigió a ella por sus apellidos. Aparentemente, esta táctica del juzgador busca incomodar a los acusados.
Contrariamente, sus palabras para los querellantes adhesivos (que Bonilla llama “abusivos”), siempre fueron de total respeto e incluso, admiración.
Entre lo sentenciado por Gálvez, Bonilla debe ser inhabilitada de su ejercicio profesional. A esto, ella menciona:
“Soy licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, Contadora, Abogado y Notario. ¿En cuál de estas profesiones me quería inhabilitar el juez? No lo dejó claro en su sentencia, que cualquiera con algo de conocimiento jurídico calificaría de disparate y aberración”.
La sentencia, de apenas cinco páginas, no está fundamentada, menciona la abogada. Al leer el documento, el inciso C indica:
“El órgano jurisdiccional no cuenta con elementos científicos para determinar la peligrosidad”.
Entonces, cabe preguntarse: si la acusada no era peligrosa, ¿qué hacía su caso en un juzgado de Mayor Riesgo?
El inciso D, relativo a los antecedentes, se limita a “consignar” que “la sindicada es una profesional que ejerce una profesión liberal”.
Y de la misma manera: si Dora Bonilla no tenía antecedentes criminales, ¿por qué debió pasar más de un año en prisión preventiva?
Thelma Aldana en persona acudió a la Cámara Penal para pedir que el caso se llevara a Mayor Riesgo y la cámara aceptó. Este hecho y las capturas coincidieron con que Rony López, cuya enemistad con Aldana era vox populi entre abogados, intentaba postularse para Fiscal General y tenía algunas expectativas de ganar, dice Bonilla.
Según recuerda, Juan Francisco Sandoval se acercó a ella y le dijo: “sé que no es culpable pero entiéndame. Estamos cumpliendo órdenes”. Ella perdió la calma y elevó la voz, exigiendo que el “fiscal de hierro” expresara estas palabra ante toda la audiencia, pero pese a su prestigio y fama de valiente, Sandoval se escabulló entre la gente de la sala, recuerda.
Además de las evidentes aberraciones jurídicas, dice la entrevistada, Gálvez cometió un error de procedimiento del que se percató mucho tiempo después y que subsanó afirmando que “todos nos equivocamos”.
La transmutación de una disputa familiar en un crimen de alta peligrosidad
Los tribunales de mayor riesgo fueron creados para casos de alta peligrosidad. El caso que involucraba a Melgar Padilla era una disputa familiar por tierras. Anteriormente, el padre del General había sido asesinado y el presunto criminal, Everardo García Peña, alias el Mexicano e integrante de una banda que habría ejercido el sicariato contra el finquero.
Es importante resaltar:
1. Everardo García fue sentenciado en 2013 a 26 años.
2. El caso llamado Manipulación de la Justicia, por la CICIG, no tiene ninguna relación con el asesinato del finquero Armando Melgar.
García Peña guardaba prisión por el crimen. Melgar Padilla y Dora Bonilla lo visitaron en la cárcel. Luego de esto, el MP presentó una declaración escrita a mano, atribuida al “mexicano”, donde inculpa a Melgar y a Bonilla por tratar de convencerlo para que testificara contra los familiares que, presuntamente, habían despojado de propiedades al difunto padre del General.
La defensa observó que la letra del manuscrito no corresponde a la del supuesto homicida, quien tuvo una educación deficiente. Gálvez minimizó esto, argumentando que su padre tampoco tuvo instrucción. Sin embargo, quedó pendiente demostrar la autenticidad de la carta atribuida al “mexicano”, así como la firma en este documento.
Sumado a que nunca se comprobó la peligrosidad de Bonilla y su único antecedente fue ser abogada, queda clarísimo que su prisión preventiva de año y medio, como la inhabilitación profesional y cese de derechos políticos que pretendió el juez, violaron muchos derechos de la abogada.
Un “estructura criminal” cuyo principal delito fue…visitar a un reo en prisión
Bonilla y Melgar sí conversaron en la prisión con el “mexicano”. Sin embargo, los señalamientos de amenazas y manipulaciones que se realizan en la carta atribuida al reo, no fueron hechas, dice Bonilla, quien agrega:
“Era la palabra de Gálvez contra la mía”.
En relación al señalamiento de “estructura criminal”, menciona que conoció a Rony López en el pasillo del Organismo Judicial, cuando fueron conducidos.
Y en cuanto al delito de visitar a un reo para posiblemente influenciar su conducta, vale recordar la inadecuada visita que Gálvez y Sandoval realizaron al ex ministro Alejandro Sinibaldi, ya que en su calidad de funcionarios en ese momento, el hecho tiene mucho más sombras que la entrevista sostenida entre Bonilla, Melgar y el “mexicano”.
Actualmente, el caso está suspendido y tiene probabilidades de ser sobreseído. La esperanza para la abogada es que se revisen con detalle todos los desaciertos y absurdos en que se basaron los señalamientos en su contra. Entretanto, contrario a lo que pretendió Gálvez, ella seguirá ejerciendo sus profesiones.