A principios de enero, el estallido de una bomba casera que provocó seis heridos en la zona 7 volvió a señalar la persistencia de las extorsiones. Un informe del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales, señala como preocupante que las denuncias por ese delito aumentaran un 10%, de 2017 a 2018. El criminólogo Eddy Morales y Mario Bosos, ex jefe de la Fuerza de Tarea contra las Extorsiones, exponen sus puntos de vista sobre ese fenómeno criminal.
Roxana Orantes Córdova
La saga del incidente originado en una acción terrorista originó una amplia atención mediática, incluyendo cobertura de seguimiento. Al respecto, Bosos señala que la difusión masiva de hechos criminales como el anterior, conlleva el riesgo de proporcionar información e ideas a delincuentes.
Según dice, tanto los criminales comunes como los organizados en pandillas suelen realizar su propia labor de “inteligencia criminal” y se mantienen informados constantemente. Muchas de las acciones delincuenciales han sido planificadas desde las cárceles, por delincuentes que le siguen la pista al acontecer noticioso.
Entre las secuelas más evidentes del hecho pueden mencionarse:
- La “rancherita” o “ranflerita”, Mirna Elizabeth Juárez, quien llevaba el artefacto explosivo y amenazó al piloto, se recupera en el Hospital Roosevelt, cuyos médicos expresaron el temor de que pueda repetirse una tragedia similar a la sucedida en agosto de 2017, cuando siete personas murieron en una balacera que se originó en el “rescate” de un reo hospitalizado;
- “Ahora no se equivocaron de Payaso”, dijeron algunos medios el 4 de febrero, cuando las autoridades capturaron a Edgar Danilo Xiloj, apodado “El Payaso”. Esto, porque días antes habían capturado equivocadamente a otro individuo con el mismo apodo. Planteado jocosamente, el hecho debilita la imagen de las autoridades por el error y cuando el “primer payaso” fue liberado, se desató una serie de cuestionamientos en las redes sociales.
Un patrón de muchos años que ya fue comprendido
Según el criminalista Eddy Morales: “para las estructuras que integran las maras, la extorsión es una alternativa para obtener fondos, su ganancia del día a día. Sin embargo, en el caso puntual de los pilotos que mueren violentamente, es necesario mencionar que también hay otros motivos para estos crímenes. Entre estos, la competencia desleal entre empresarios por las líneas”.
Para Morales, el fenómeno es sostenido. No se ha incrementado pero tampoco ha bajado. “Se observó un repunte muy interesante durante la etapa de transición entre la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y el Partido Patriota (PP). También es un hecho que inmediatamente después, bajaron sensiblemente los números sobre asesinatos de pilotos”.
La extorsión es un delito de alto impacto, que lleva más de una década repitiendo el mismo patrón de comportamiento, que ha costado muchas vidas a pilotos, ayudantes usuarios y empresarios, señala Mario Bosos, quien añade que entre 2012 y 2015 se logró minimizar el fenómeno, con la implementación de un Plan de Seguridad Pública impulsado por la fuerza de tarea de la cual fue fundador y jefe.
El plan mencionado logró establecer una metodología de análisis, así como la coordinación entre el Ministerio Público (MP) y el Ministerio de Gobernación. Se crearon mesas de trabajo en las que participaban gremiales e instituciones del Estado. El trabajo interinstitucional, no reactivo sino de investigación y análisis, dio como resultado una respuesta efectiva.
Entre las medidas preventivas que se impulsaron en aquel momento, Bosos menciona la “presencia disuasiva” de agentes en las unidades de transporte público. Algunos aspectos de este plan quedaron institucionalizados, señala. Entre estos, la metodología de trabajo conjunto. “Fiscales antiextorsión quieren certificar el método, debido a los buenos resultados que tuvo”, narra.
“Entre los aportes que la metodología tuvo, está la diferenciación del fenómeno extorsivo pandilleril de las extorsiones derivadas de la delincuencia clásica (convencional o común). A través de la comprensión, se puede reaccionar, pero sobre todo, se puede prevenir. Lamentablemente, el enfoque se ha modificado y actualmente es más reactivo, basado en atender temas coyunturales”, expresa.
Sin embargo, reconoce que ha habido impactos positivos en la labor de las fuerzas de seguridad, no solo en la extorsión, sino en los homicidios, que según dice, están cerca de 22 por cada cien mil habitantes.
Para Bosos: “El estándar de esa cifra aceptado internacionalmente es de 10 homicidios por cada cien mil habitantes. Estamos hablando de vidas humanas, pero debemos reconocer que ha bajado de más de 40 por cada cien mil personas que se producían cuando las fuerzas de tarea iniciaron su trabajo”.
Como recomendación, menciona que la población debe involucrarse y fortalecer a sus autoridades. Además, el Estado debe fortalecer al MP y la PNC. “Este es un llamado a la atención de los encargados de la seguridad. El fenómeno ya fue controlado, no debiera repuntar. La comprensión de un hecho es un principio criminológico y hay suficientes avances en esto”, dijo.
Finalmente, entre los temas necesarios para la comprensión del fenómeno, explica que las causas de los asesinatos a pilotos son múltiples. Hay desde venganzas por lesiones o incidentes callejeros a problemas personales, deudas y por supuesto, los llamados “imitadores que hacen su agosto con el tema.