Por: Redacción
Casi todos conocemos a más de una pareja cuyos hijos pagan las consecuencias del divorcio. Uno de los casos más recurrentes es cuando la madre impide al padre ver a sus hijos si este no le entrega el dinero de la manutención, aunque en algunos casos el hombre puede estar atravesando un momento difícil, como el desempleo temporal.
En estos casos, la madre suele expresarse negativamente contra su ex pareja y esto, generalmente es frente a los niños, quienes comienzan a formarse una idea poco grata y contradictoria sobre su figura paterna, que idealmente debiera ser el ejemplo a seguir.
Otro ejemplo de las situaciones que pueden motivar el síndrome de alienación parental es cuando los niños, muchas veces a temprana edad, son separados de su padre o madre como una forma de presión o simple venganza por el cónyuge que se siente traicionado y descarga su rencor contra la persona que decidió terminar el matrimonio.
Los expertos señalan que el cónyuge castigado pudo haber cometido errores, pero esto no es un argumento válido para quitarles el derecho a mantener la relación con sus hijos, mucho menos para hablar mal de su padre o madre a los pequeños, quienes se convierten en las verdaderas víctimas del divorcio y pueden desarrollar un trastorno conocido como Síndrome de Alienación Parental (SAP).
Padres por Justicia
Rafael Castillo Gándara, uno de los fundadores y presidente de la asociación, señala que trabajan intensamente en la preparación de una actividad informativa para sus asociados, en ocasión del 25 de abril, conocido en varios países del mundo como Día contra el Síndrome de Alienación Parental o Día para la Concienciación del SAP.
Según cuenta Castillo, miembros de Padres por Justicia imparten un curso sobre el SAP a estudiantes de Psicología de la Universidad de San Carlos. El subdirector de Padres por Justicia, Mario Cabrera, agrega que ya hay otras unidades académicas, como Derecho, interesadas en recibir estos cursos. Además, universidades privadas también desean que se imparta el curso, comenta.
Elizabeth Quiroa, gerente de la asociación, comenta que están preparando algunos cambios legislativos, así como un decálogo para operadores de justicia que trabajan con el tema.
“Es necesario tener una iniciativa de ley sobre el SAP y abordarlo con mayor profundidad, acercarlo a la academia, para que profesionales en medicina, derecho, trabajo social, psicología y otros que se relacionan con la separación familiar, lo aborden de una forma adecuada”, dice Quiroa.
Es necesaria una normativa que tipifique el SAP como maltrato, porque entre sus consecuencias están los graves daños a la salud emocional y mental de las víctimas, niños que crecen separados de uno de sus padres, a quien además aprenden a odiar a través de calumnias, coinciden ambos.
La alienación parental es una modalidad de violencia intrafamiliar y en algunos países ya está tipificada como tal. Para esta forma de violencia existen sanciones que van desde la cárcel hasta la pérdida de la custodia para el progenitor que manipule a sus hijos con el objetivo de destruir sus vínculos con el padre o madre.
Padres por Justicia insiste en que la custodia debe ser compartida, y los señalamientos de violencia intrafamiliar y otras formas de violencia contra mujeres y niños, deben ser investigados exhaustivamente y probados fehacientemente en los tribunales, a fin de evitar que acusaciones falsas destruyan la vida de los señalados y afecten el desarrollo de sus hijos.
Falsa víctima, denuncia falsa
Recientemente una mujer llamada Lucy (nombre supuesto), acudió al Ministerio Público (MP), para denunciar violencia intrafamiliar en su contra. Mostró varias partes del cuerpo con aparentes hematomas, pero no contaba con que el médico forense se le acercaría con un algodón y alcohol para borrar las falsas huellas de un maltrato que no existió como ella lo intentó mostrar, sino todo lo contrario, era ella quien recurrentemente, agredió al hombre del que aún no se ha divorciado.
Actualmente, la pareja espera que las autoridades esclarezcan una situación en la que está en juego una propiedad, pero lo más importante y que no se menciona, la estabilidad emocional de un niño que está creándose una imagen distorsionada de sus dos padres, puesto que las constantes críticas contra su papá resultan contradictorias cuando este entrega el dinero de la manutención o en los breves períodos en que los dos adultos deciden “intentarlo de nuevo”. Cada episodio de reconciliación termina con una disputa cada vez más violenta. Y así, este niño va creciendo en medio de un conflicto que no debiera ser suyo.
Este es uno de tantos casos, pero existen otros con desenlaces infernales, como la muerte de la niña Jennifer Vásquez Alquijay, de tres años, quien en 2013 fue asesinada a golpes por su madre, Jennifer Liliana Alquijay Osorio, enfurecida porque la pequeña se había comido la cena de su pareja sentimental, una mujer llamada Jenny Chinchilla.
Uno de los elementos que le dan un carácter de pesadilla a este crimen es que el padre, Eddy Rolando Vásquez Camey, estaba privado por la justicia de acercarse a su hija, porque las dos mujeres lo habían acusado de abuso sexual contra la pequeña, a la que trató de amar y proteger sin poder hacerlo, porque un tribunal le impidió acercarse a la niña, considerándolo un agresor sin otras pruebas que el testimonio de la madre.
Tres años después del crimen, el Tribunal de Mayor Riesgo B compensó al padre con Q67 mil 820, por las denuncias falsas en su contra. “Los bufetes que se dedican a divorcios están abusando de la Ley contra el Femicidio y hacen todo porque el hombre resulte culpable, aplicando esa normativa que es inconstitucional a todas luces”, dice Cabrera.
Según el vicepresidente de Padres por Justicia, a raíz de que esta ley comenzó a aplicarse, han proliferado capturas y sanciones por acusaciones falsas, porque cualquier señalamiento se acepta sin pruebas. “Las mujeres que verdaderamente han sido abusadas raramente denuncian, porque tienen miedo”, agrega.
Quiroa agrega que muchos de los hombres que migran a Estados Unidos, lo hacen tratando de evadir las sanciones de una normativa que, además de ser inconstitucional, plantea castigos desmesurados y, sobre todo, acepta el testimonio de la mujer como una prueba válida, con lo cual el señalado siempre termina por resultar culpable.
El SAP, una herencia que nadie debería dejar a sus hijos
Según Quiroa, el SAP es consecuencia de una acción o actitud que asume la madre o el padre durante el proceso de separación, usando a los hijos como un “medio de cambio”.
“Si me das, lo ves”, pareciera ser la máxima que guía la actitud de estas personas, casi siempre mujeres, quienes además de condicionar la relación entre padres e hijos, rodean a su cónyuge de un aura negativa, con diferentes frases hirientes que descalifican al progenitor, olvidando que cuando se casaron fue porque se amaban, agrega Quiroa.
“Los padres no se divorcian de los hijos, sino de su cónyuge, y esto es algo que debe tomarse en cuenta, para que la separación no resulte en mayor estrés, que puede llevar a los niños a una situación de SAP. Muchos de los pequeños que ejercen el bullying contra sus compañeros están viviendo un divorcio violento”, comenta.
Según afirma, el principal objetivo de la asociación es proteger a los niños, no confrontar ni oponerse a ningún grupo ideológico ni institución. Los tres consultados coinciden en mencionar que el SAP fue tipificado con otro nombre en la década del 70, y recuerdan que Guatemala firmó una convención al respecto, aunque en ese tiempo el nombre era secuestro infantil parental.
El término SAP fue acuñado por Richard Gardner, psiquiatra, en 1985. Está descrito como un desorden en el cual un pequeño denigra e insulta sin justificación a uno de sus progenitores y evita tener contacto con él.
El proceso de llegar a rechazar a uno de los padres motiva mucho dolor al niño afectado o alienado y las consecuencias pueden ser graves. Entre estas: ansiedad, trastornos de conducta, sueño y alimentación, dependencia emocional, dificultad en comprender y expresar emociones.
Los padres o madres alienadores suelen impedir que los niños reciban llamadas del cónyuge ausente, preparan excursiones o fiestas cuando a su “ex” le toca visita, si se vuelven a casar tratan de que los niños le digan papá o mamá a su nueva pareja, niegan el acceso a la información sobre las notas y actividades escolares y los expedientes médicos de sus hijos.
“Nuestra preocupación es ante todo por el bienestar de los hijos. Un divorcio no necesita ser una situación en la que los niños resulten violentados. Padres por Justicia no tiene nada que ver con posturas egoístas, sino con la búsqueda de un mundo más respetuoso, más incluyente, en el que los niños no sufran por causa de las decisiones que puedan tomar sus padres”, concluye Quiroa.