Por Alex Castillo
La única herramienta mental que tenemos los humanos para interpretar la realidad es LA PERCEPCIÓN.
Vamos a ver. ¿Con qué recursos contamos los humanos para conocer el mundo? Respuesta: datos, información, noticias, comunicaciones, conocimiento, videos, descubrimientos, telecomunicaciones, redes sociales, streaming, big data, bots, inteligencia artificial, publicidad, audiovisuales, Internet, etc.
Y todo esto ha servido ¿para qué?, ¿para aclararnos o para confundirnos?
Hace 20 años se hablaba sobre las ventajas de vivir en la “Sociedad de la Información y el Conocimiento”, que esto nos proporcionaría la oportunidad para ampliar nuestros horizontes y acercarnos a otros pueblos y culturas.
Y entonces, ¿por qué hoy le creemos más a lo que nos llega por Whatsapp y bloqueamos a las personas en medios digitales porque no nos gusta lo que dicen, si eso es el otro mundo que desconocemos?
Pareciera ser que mientras más recursos y herramientas nos han proporcionado para “comunicarnos”, más se nos ha cerrado la tolerancia, lo que ha generado que mayoritariamente circule en redes sociales GRANDES DESAHOGOS o VIDAS PARALELAS que queremos tener frente a la cruda realidad que vivimos como especie.
Estamos viviendo una gran contradicción comunicacional que nos inclina a pensar que solo podemos confiar en lo que conocemos, que es mejor creerle a ese amigo que me pasó una noticia por el Messenger, no importando si es verdad o no.
Esto se debe a que el ser humano nunca se ha deshecho de la recomendación como procedimiento para creer y confiar en algo o alguien, recurriendo a ésta para así ahorrarse la fatiga que implica buscar en el Internet si es cierto lo que mi amigo o familiar me “recomendó” en sus redes sociales.
La diversidad de información ya no es un motivante sino un inhibidor que ha hecho que las personas volvamos a nuestras redes sociales offline más cercanas quienes, al no tener mayor conocimiento de la verdad, generan juicio y opinión sobre lo que se viraliza, distorsionando así su percepción sobre la realidad de un fenómeno determinado.
Como especie humana entonces, hemos regresado a una lógica de tribus digitales que se mueven con un escaso conocimiento de la realidad, impactadas realmente por bulos (mal llamadas noticias falsas) o chismes que llegan a través de dispositivos electrónicos que resultan ser el único recurso que genera conviviencia y hasta “diversión” entre mis semejantes.
Así, vivimos perdidos porque mientras más plataformas digitales para conocer la realidad tenemos, menos nos gusta esa realidad; mientras más voces tenemos sobre un tema, menos les hacemos caso a aquello que atente contra la tribu; mientras más “divertido o polémico” sea alguien mejor porque me distrae, entonces menos tengo que “perder mi tiempo con los aburridos” aunque digan la verdad.
Por esto es que debemos realizar esfuerzos conscientes para reconstruir constantemente nuestra percepción sobre la realidad, en lugar de irnos de boca con la primer carnada informativa que se nos ponga enfrente. Al no lograr hacer esto, muchas veces nos perdemos.
Si bien el ser humano no va a renunciar fácilmente a confiar en la recomendación de sus semejantes, el peligro está en que ahora la búsqueda de la verdad ya no importa, pues solo necesito la información que se alinie a mi estilo de vida y el de mis semenjantes. ¡TOTAL, CON ESO BASTA PARA VIVIR! Recuperar el juicio sobre una información sustentada, una percepción con criterio y una prudencia sobre la recomendación que me llega, son los pilares para hacer que las tendencias en la redes sociales no nos desvíen de un equilibrio en el estilo de vida que nuestra organización