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lunes, diciembre 2, 2024

Sembrando Futuro

El sector agro-exportador en América Latina ha sido uno de los sectores de mayor aporte al crecimiento y desarrollo de sus economías y Guatemala no es la excepción. Numerosas investigaciones concluyen claramente que las exportaciones son un factor determinante en el nivel del desarrollo país, por ser de las principales fuentes de empleo formal (el que sí paga impuestos), y aportan directamente a la estabilidad económica.

En Guatemala, el aporte de las MIPYMES y las grandes empresas como generadoras de empleo, sumado a otros ingresos provenientes de remesas, han sido determinantes para que el huracán ocasionado por la cooptación del Estado y la corrupción no haya causado una crisis mayor en la economía, evitando impactos incalculables que hubieran ocasionado un retroceso y agravado la crisis social y de pobreza que vive el país.


A pesar de nuestra riqueza y oportunidades, la economía informal y la migración son a veces la única alternativa para la mayoría de los guatemaltecos. Para la pobreza rural, la agricultura y la agroindustria son la primera y más inmediata oportunidad para que las familias puedan generar ingresos y acceder a empleos. Aunque el sector agrícola es estratégico en la reducción de pobreza, el país no le invierte, ni le apoya e incentiva en la escala que se necesita.


Las cadenas de valor son claves pues permiten incorporar la agricultura familiar a través de MIPYMES asociativas, a los mercados más exigentes del mundo.  Los productos guatemaltecos podrían ir a los mejores supermercados, hoteles y restaurantes del país, si no tuvieran factores que impiden su comercialización de forma directa y los altos costos que implica la logística por falta de infraestructura productiva.

Problemas cómo los costos de transporte para traer productos desde Departamentos como Quiche o Huehuetenango, que suman por ejemplo los daños mecánicos ocasionados por los túmulos, el mal estado de la carretera, o el tiempo perdido en Chimaltenango, el paso de Chichicastenango o el no contar con ramales y puentes estratégicos, reducen la competitividad de las MIPYMES. Con inversiones estratégicas esto se podría revertir, generando mayor desarrollo económico a las zonas rurales priorizadas.

El Agro no se puede desarrollar sin una alianza pública y privada. Las familias rurales tienen muy poca tierra y si no es de forma asociativa no logran generar una oferta en volumen y calidad para venderla a un buen precio e integrarse de forma exitosa a las cadenas de valor.

La infraestructura productiva es vital, y esto le corresponde al Estado y a los gobiernos locales. En alianzas con el sector privado se necesita fomentar incentivos y acceso a capital, facilitar la modernización del agro y el acceso a tecnología, especializar producciones y aumentar rendimientos, innovando, generando valor agregado, calidad y por lo tanto mejores precios y mayores ingresos para las familias.  El mercado solicita más producto de Guatemala y se necesitan incentivos para fortalecer las capacidades de las MIPYMES rurales, fortalecer su asociatividad y adaptación al cambio climático, que puedan contar con riego y plantas de procesamiento que produzcan valor agregado y empleo a más mujeres y jóvenes.

El sector agrícola de Guatemala está estancado, la productividad agrícola es baja, del total del área de riego sólo el 6% es riego por goteo, no hay infraestructura de acopio. Sin Infraestructura no podemos sembrar futuro.

 

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