El 1 de noviembre fue publicada una entrevista en El País con el premio Nobel en economía James Robinson. La entrevista se enfocó en la contienda electoral en EEUU.
Por Nicholas Virzi
En la misma, Robinson hizo unos breves comentarios erróneos sobre la situación política en Guatemala. Estos se volvieron virales, precisamente porque fueron opiniones externadas por un “experto” ganador del premio Nobel.
Robinson había dicho que Guatemala era un país dominado por 13 familias que estaban por encima de la ley y podían hacer lo que querían. Esa falsedad sin evidencia ni merece contestación, y solo revela que Robinson “no es experto para nada” sobre Guatemala, como Robinson mismo admitió en su discurso en el Enade de 2019 (minuto 33).
En su entrevista con El País, Robinson dijo que Guatemala no tenía un Estado. Intentó respaldar su falsedad con otra afirmación falsa, diciendo que Guatemala no tenía impuesto sobre la renta (ISR).
Guatemala tiene ISR, y representa buena parte de la recaudación del Estado, según la SAT. Desde 2004 a 2023, la recaudación en concepto del ISR ha crecido 585% en términos nominales, muy por encima de la inflación. En 2004, la recaudación en concepto del ISR representaba el 15% del total de la recaudación tributaria, y el 26% de la recaudación por concepto de los impuestos internos. Ya para 2023, estas cifras habían crecido al 29% y el 42%, respectivamente.
El comentario falso de Robinson fue desafortunado, ahistórico y sin sentido. Robinson cometió un error fáctico sobre Guatemala al intentar señalar que era un país sin Estado. Críticos de izquierda quisieron viralizar sus comentarios sobre el presente de Guatemala, tapando la contradicción que hace Robinson sobre la narrativa que ellos mismos manejan.
Guatemala es criticada por lo que se ha señalado como su historia de opresión. Estos señalamientos se originan y derivan por la lucha del Estado guatemalteco en contra de la guerrilla marxista en las décadas de los sesenta a noventa.
Sería interesante aplicar el criterio de presencia de Estado de Robinson a la acusación de que Guatemala tiene un Estado opresor. En su conjunto, los críticos de Guatemala se contradicen al decir por un lado que Guatemala tiene o tuvo un Estado opresor y genocida (NACLA) y por otro lado argumentar que Guatemala no tiene Estado, como lo dijo Robinson.
Hoy se critica que en Guatemala los ingresos fiscales apenas rodean alrededor del 12% del PIB. A esto se refería Robinson, presuntamente. Cuando se firmaron los Acuerdos de la Paz en 1996 (Naciones Unidas), el ingreso fiscal era 8.5% del PIB, y en 1990 había sido tan solo 6.9% del PIB, según datos del Banco Mundial.
Simplemente, no cuadran los argumentos que Guatemala tiene un Estado inexistente hoy, pero que también tuvo un Estado genocida en el pasado. No cuando se toma en cuenta que el Estado guatemalteco era mucho más pequeño en el momento preciso que otros críticos dicen que el Estado guatemalteco cometió la máxima expresión de violencia estatal posible, el genocidio.
Es cuestión de lógica que un Estado inexistente sería incapaz de cometer genocidio. A menos que alguien quisiera argumentar que los gobiernos militares de Guatemala fueron excepcionalmente eficientes.
No debe sorprender que premios Nobel como Robinson pueden cometer errores. Nadie es experto en todo. El mero título de experto ya se sabe que es algo cuestionable, para empezar. La historia del premio Nobel lo deja claro.
No hay Premio Nobel en Economía
Alfred Nobel creó el premio Nobel en su último testamento, precisando que parte de su fortuna debería dividirse destinarse a premios a “aquellos que, durante el año anterior, hayan aportado el mayor beneficio a la humanidad”. De esa cuenta se estableció en 1901 el Premio Nobel para honrar a los trabajos más sobresalientes en las áreas especificadas por Nobel; física, química, fisiología o medicina, literatura y por el trabajo en paz.
Técnicamente, el premio de economía no es un premio Nobel (Britannica). No fue hasta 1969 que Economía empezó a recibir un premio asociado con el nombre Nobel. Fue fundado y es pagado por el banco central de Suecia, no por el patrimonio que dejó Alfred Nobel para premiar las disciplinas que había identificado como merecedoras de reconocimiento científico.
Las controversias Nobel
El premio Nobel ha sido foco de controversia a lo largo de los años.
Fritz Haber ganó el premio de Química en 1918 por desarrollar un método para producir químicamente amoníaco, que paró usando para apoyar la producción de armas químicas para Alemania en la Primera Guerra Mundial. En 1926 Johannes Fibiger recibió el premio de Medicina por afirmar que un gusano parásito causaba cáncer en ratas, cuando en verdad fue la falta de vitamina A en la dieta de las ratas que lo había provocado. En 1949, António Egas Moniz recibió el premio Nobel de Fisiología o Medicina por haber inventado la lobotomía.
El premio Nobel de la Paz también ha sido cuestionado. Mijaíl Gorbachov recibió el premio en 1990, por sus contribuciones a la paz en haber diseñado el fin de la Guerra Fría (Nobel), cuando fue el presidente de EEUU Ronald Reagan el verdadero arquitecto de la finalización de la Guerra Fría. Por otro lado, se lo dieron en 1992 a Rigoberta Menchú, cuya historia personal luego fue seriamente cuestionada (Stanford Magazine).
Asimismo, Barack Obama recibió el premio en 2009 “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos” (Nobel). Obama fue nominado apenas 2 semanas después de asumir el poder y no había hecho nada al respecto (PBS). En 2012, el premio fue otorgado a la UE por haber “promovido la paz, la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa” (Nobel), cuando fue la ocupación militar de EEUU y su creación y financiamiento de la OTAN que ha mantenido la paz en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Observaciones finales
Contrario a tendencia reciente de decir que la ciencia está resuelta en este u otro tema, la ciencia se trata de cuestionar, no aceptar, lo que dicen los expertos.
Haber recibido el premio Nobel no le hace a nadie dueño de la verdad, ni exento de críticas por los errores que podrán cometer. A final de cuentas, Robinson es un ser humano y sus errores y exabruptos no le quitan lo grande que es.