Podemos decir que el origen de los ahora famosas offshore, se remontan incluso a las ferias medievales, donde también se crean los “paraísos fiscales”, ya que se basaban en el amparo de la “lex mercatoria”, en donde se tenían lo que hoy se llamaría “exoneraciones tributarias” y que en su época se llamaron “franquicias”.
Originalmente, se usó el término de “offshore” para designar cualquier actividad financiera que realizara el banco fuera del territorio donde fue constituido.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la banca offshore cobró mayor vigencia, desarrollándose con fuerza debido al éxito presentado en el mercado de eurodivisas en los centros financieros internacionales, la búsqueda de mayor competitividad en los mercados internacionales, la consolidación de los denominados “paraísos fiscales”, así como la imposición de regulaciones bancarias de tipo proteccionista.
Inicialmente la actividad bancaria offshore, nació como un mecanismo con el propósito maximizar los beneficios de las operaciones bancarias, tanto para los bancos y los grupos financieros en general, como para los clientes. Con este nuevo mecanismo, se planteaba que se podría buscar las mejores alternativas, para realizar desde el exterior, operaciones bancarias que se rigieran bajo la legislación del país en el exterior, la cual se supone en principio es más beneficiosa, surtiendo la consolidación de los efectos materiales en el país desde donde se llevan a cabo.
De acuerdo con un estudio publicado por la agencia internacional “OXFAM, se estima que aproximadamente 18.5 trillones de dólares se encuentran escondidos en paraísos fiscales para el año 2013″, igualmente se propone que la tercera parte de dicha suma está relacionada a los “Tax haven” (paraísos fiscales) enlazados al Reino Unido tales como Malta, Andorra y Luxemburgo.
¿Pero realmente que dejan las offshore en el paraíso fiscal y en la economía mundial?
Tomando en consideración el volumen financiero alcanzado por los centros offshore, puede convertirse en una amenaza posible para la estabilidad del sistema financiero global, según se deduce de los informes del FMI, su condición de paraísos o refugios fiscales definidos por la OCDE representa una amenaza para la autonomía de los gobiernos democráticos porque la tremenda competencia que tiene lugar entre los sistemas tributarios por atraer el capital, con claros perjuicios para los Estados y para los ciudadanos en general, es un hecho reconocido ya en un párrafo del comunicado oficial de los Jefes de Estado y de Gobierno del G-7 tras la reunión de Lyon en 1996: “En resumen, la mundialización crea nuevos retos en el ámbito de la fiscalidad.
El desarrollo de “nichos” fiscales destinados a atraer actividades financieras y otras actividades geográficamente móviles, puede producir una competencia fiscal nefasta entre los Estados, que entrañan un riesgo de distorsión de los intercambios y de las inversiones y, en un plazo, el desmoronamiento de las bases fiscales nacionales”.(Vigueras,2006)
Diez años después de ese comunicado, la situación se ha agravado porque la evasión fiscal estimulada por los paraísos fiscales es un hecho del que nadie quiere dar cuenta.
La repercusión es clara en la reducción de los ingresos fiscales que financian los servicios públicos y las prestaciones sociales. En un articulo de prensa en 2004, afirmaba Paul Krugman que la causa primordial del gigantesco déficit del presupuesto de los EEUU es la caída en picada de la recaudación tributaria que tiene su origen primeramente en las rebajas fiscales aplicadas por la Administración Bush y, además, en un aumento de la evasión fiscal y los paraísos fiscales, reflejado en la disminución de los ingresos del impuesto sobre beneficios empresariales.
Adicionalmente se puede observar la competencia fiscal para rebajar los impuestos al capital en la cual los paraísos fiscales ganan debido a que son micropaíses regidos por oligarquías locales que viven de ofrecer la máxima libertad y opacidad para el capital financiero. Tomando en consideración que en gran parte de la población en la temática de los impuestos han considerado como carga para el ciudadano en vez de juzgar y controlar el gasto público, muchos ciudadanos demandan menos impuestos aunque posteriormente se quejen de la falta de protección social o de las deficiencias de los servicios públicos.