Mario Mérida. Escritor, comunicador y docente universitario
Hace unos años, muchos en realidad (2013) fui invitado a explicar la tesis que titula el presente artículo. La misma fue desarrollada para resaltar la importancia y resaltar la función de los funcionarios y empleados públicos dedicados a cumplir con las tres primeras normas de nuestra Constitución Política de la Republica de Guatemala (1985 y sus reformas de 1993), que tienen que respaldar sus decisiones y acciones en el método científico. Es decir, responder a la multidimensionalidad de la delincuencia común y el crimen organizado, cuyo éxito depende que la seguridad se implemente, como una, más allá de la simple calificación de un servicio. Tratamiento que aprendí a partirla experiencia y la investigación de la teoría existente, desde lo expresado por PLATÓN en la República
La participación en seguridad pública inició con mi designación como viceministro de Gobernación por el Presidente Ramiro De León Carpio (+) en 1994. La tarea primaria, igual que la de él y del ministro, fue asegurar la continuación del proceso democrático y proveer las condiciones de seguridad de un proceso electoral, que inició simultáneamente a su nominación como presidente de la República (1993)
En el Ministerio de Gobernación conocí vivencialmente la carencia de recursos, la precariedad de la seguridad y el empirismo en su conducción. Personalmente ignoraba los entretelones de la seguridad pública, superada en el corto plazo, para comprender que afectaba el logro de los resultados era la particularidad administrativa del ministerio, complejidad que persiste. En ese periodo la policía contaba con 10, 910 agentes, de los cuales 4,807 eran operativos (divididos en 2 grupos) y el resto administrativos. En ambos niveles sumaban 1,240 ó 1,250 agentes entre vacaciones y rebajados en embajadas y seguridad de dependencias públicas y escoltas de funcionarios gubernamentales.
Así que lo más importante fue rescatar la confianza de la población en la policía, por medio de una exposición mediática continua, orientada a generar la percepción que teníamos el control de la situación y el respeto del cuerpo policial, objetivo que se logró en un alto porcentaje.
Posteriormente iniciamos la investigación teórica de la seguridad y la defensa, gracias a la invitación del licenciado Bernardo Arévalo de León, quien me propuso participar en el proyecto “Hacia una política de seguridad para la democracia” (1999-2002)[1], proceso que nos concedió la oportunidad a 125 personas de explorar el problema de seguridad en nuestro país desde la experiencia, la academia y la investigación.
El antecedente viene al caso, porque da sentido al título de la presente opinión, que plantea la seguridad como ciencia[2] y la acción policial como técnica. Si hacemos una deconstrucción[3] preliminar del concepto seguridad ciudadana, partiendo de que lo ciudadano guía la seguridad y, en consecuencia, es determinante conocer los orígenes de las amenazas que afectan la vida y los bienes de la ciudadanía; entonces debemos aceptar que el ámbito de la seguridad pública de debe ser sujeto de estudios rigurosos, que incluyen el obligado auxilio de las ciencias sociales, además de la criminalística, criminología, administración, sociología, psicología y estadística, por mencionar algunas de ellas.
De tal manera, no es posible alcanzar estándares mínimos de seguridad sin la aplicación de una metodología que explore lo objetivo y subjetivo de la seguridad. Para alcanzar lo objetivo es imprescindible acudir a la criminalística[4], mientras que lo subjetivo cae en el campo de la psicología. Por esa razón siempre escuchamos acerca de la relevancia de la percepción ciudadana con relación a la ascenso o descenso de los niveles de violencia.
Lo planteado no es utópico y tampoco responde a la coyuntura, sino en la creencia de que, a partir de un encuentro entre la academia y la experiencia policial, puede surgir la respuesta para desarrollar un modelo de seguridad eficiente, eficaz y sostenible en sus niveles profesional y técnico, para transformar la debilidad estructural de las instituciones responsables de la seguridad ciudadana pública, con especial atención hacia Policía Nacional Civil.
En el nivel profesional se espera que el funcionario deje el empirismo o que la toma de decisiones descanse en la percepción de inseguridad generada por la influencia mediática, el traslado de información coloquial o desde de las redes sociales. Bunge[5] plantea que la importancia de guiarse por el “el método científico, que se reduce a la siguiente sucesión de pasos: conocimiento previo, problema, candidato a la solución (hipótesis, diseño experimental o técnica), prueba, evaluación del candidato, revisión final de uno u otro candidato a la solución, examinando el procedimiento, el conocimiento previo e incluso el problema”. En tanto, que el nivel técnico apuesta al desarrollo de competencias relativas a la construcción de una visión y acción preventiva de la violencia; la participación ciudadana en los programas de prevención; la investigación del fenómeno delictivo, su relación con lo social y territorial, como base para la prevención social, situacional y comunitaria en el ámbito de la Ley Marco del Sistema Nacional de Seguridad (18-2008).
[1] Arévalo De león Bernardo. 2002. Guatemala. La reforma del sector seguridad en democracias precarias. Maga Terra
[2] conocimiento obtenido mediante la observación de patrones regulares, de razonamientos y de experimentación en ámbitos específicos, a partir de los cuales se generan preguntas, se construyen hipótesis, se deducen principios y se elaboran leyes generales y sistemas organizados por medio de un método científico
[3] Consiste en mostrar cómo se ha construido un concepto cualquiera a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas (de ahí el nombre de deconstrucción), mostrando que lo claro y evidente dista de serlo, puesto que los útiles de la conciencia en que lo verdadero en sí ha de darse, son históricos, relativos y sometidos a las paradojas de las figuras retóricas de la metáfora y la metonimia (dar o poner un nuevo nombre). Aprendida de las exposiciones del Doctor Francisco Jiménez durante proyecto “Hacia una política de seguridad para la democracia”
[4] Conjunto de técnicas y procedimientos de investigación –método científico- cuyo objetivo es el descubrimiento, explicación y prueba de los delitos, así como la verificación de sus autores y víctimas.
[5] La ciencia, su método y su filosofía (1960)