El plan económico de Donald Trump incluye una gama de políticas que pretenden estimular el crecimiento económico de EEUU y Latinoamérica y Caribe (LAC). En su segundo gobierno, Trump viene con un enfoque específico en políticas industriales, la desregulación, la exploración de energía, recortes de impuestos y la meritocracia tanto en el gobierno como en el sector privado.
Por Nicholas Virzi
A continuación, algunos detalles de las prioridades del nuevo gobierno de Trump.
Políticas Industriales:
Aranceles y Comercio: Trump ha propuesto aranceles, especialmente dirigidos a China, para incentivar a las empresas a trasladar la manufactura de Asia a EEUU o, en su defecto, a países vecinos en América Latina.
Sus motivos son más políticos que económicos. Aprovechando de la asimetría de dependencia de los socios comerciales de EEUU, que dependen más de EEUU que EEUU de ellos, amenaza con aranceles para obligarlos a cooperar en temas de seguridad, narcotráfico, y la inmigración ilegal desenfrenada que ha colmado la paciencia y comprensión del pueblo Americano.
La estrategia de nearshoring enfatiza la cercanía de países en Latinoamérica y Caribe para darles trato comercial preferencial para que sean estos los países que suplen las necesidades de productos manufactureros de EEUU. Esto se vio en iniciativas planteadas en el primer gobierno de Trump, como la iniciativa “Américas Crece”, y también iniciativas posteriores basadas en la misma inspiración, como el Nearshoring Act y el Americas Act, ambas iniciativas de ley que pretenden reubicar la cadena de suministro manufacturera desde Asia a países más cercanos a EEUU.
Impulso a la Manufactura: El plan de Trump incluye políticas para devolver los empleos de manufactura a EEUU. Esto sería demasiado caro, sin embargo, esta iniciativa podría beneficiar a países latinoamericanos al incrementar la demanda de materias primas o componentes de la región. Las iniciativas de nearshoring incluyen incentivos fiscales para empresas que fabriquen dentro de EEUU, o países cercanos, lo que podría llevar a una mayor actividad económica en América Latina, especialmente México y Centroamérica.
Desregulación:
Trump está desregulando con fuerza. Esto es bueno, dado que EEUU tiene una cantidad excesiva de regulaciones. En este contexto, la desregulación reducirá los costos de hacer negocios y fomentará la inversión en EEUU, especialmente en industrias energéticas, lo cual moderará la inflación y hará a EEUU un país más competitivo, en general. A pesar de sus políticas proteccionistas, en balance EEUU apuntará a ser más competitivo que sus pares entre los países desarrollados, especialmente en vista de la sobrerregulación que ocurre en Europa.
DOGE (“Departamento de Gobierno Eficiente”):
Trump pretende eliminar el desperdicio en el gasto público de EEUU. De esa cuenta, ha creado la iniciativa DOGE, liderado por Elon Musk. DOGE ha atacado su primer blanco, USAID, la agencia encargada de la “ayuda” internacional de EEUU. En pocos días, DOGE reveló que USAID está, a todas luces repleta de corrupción, desperdicio, desgaste, a pesar de buenos programas de índole humanitario como el de “Regional Disaster Assistance” que se dedica a la preparación para y respuesta a desastres naturales en la región.
DOGE se enfoca en cortar el gasto superfluo y agilizar las operaciones gubernamentales, lo que potencialmente podría impactar las políticas económicas al liberar recursos que podrían ser redirigidos hacia iniciativas de crecimiento económico.
Exploración de Petróleo y Energía:
Trump va aumentar la producción nacional de petróleo y gas, lo que implica abrir tierras federales para la exploración. Busca la independencia energética para EEUU, lo cual tendrá implicaciones para América Latina, donde se podría ver un aumento en la inversión o asociaciones estadounidenses en proyectos energéticos. Su plan incluye exenciones fiscales para productores de petróleo, gas y carbón, lo que podría incentivar a las compañías energéticas a explorar nuevos mercados en América Latina.
Asimismo, EEUU dejará de apoyar a grupos enemigos de las empresas energéticas y mineras.
Recortes de Impuestos:
Trump mantendrá bajas las tasas impositivas corporativas y posiblemente implementará nuevos incentivos fiscales dirigidos a estimular la actividad económica. Esto podría beneficiar a las empresas estadounidenses que operan en o abastecen desde América Latina, aumentando potencialmente el comercio y la inversión entre las regiones.
Meritocracia:
Trump ha hablado sobre restaurar principios meritocráticos tanto en el gobierno como en el sector privado. Esto implica reducir ineficiencias burocráticas y promover a las personas basándose en el mérito en lugar de otros criterios, como lo ha venido promoviendo USAID, que Trump cerró.
Este enfoque en la eficiencia llevará a una gobernanza y prácticas comerciales más eficientes, fomentando un entorno propicio para el crecimiento económico y la industrialización de los países que comercian con EEUU.
Observaciones finales
Las políticas de Trump se orientarán hacia la economía de EEUU, pero las implicaciones para América Latina serán significativas, particularmente en términos de incremento del comercio, inversión en cercanía de la producción y asociaciones energéticas.
En resumen, el plan económico de Trump entrelaza el crecimiento económico de EEUU y América Latina a través de políticas comerciales estratégicas, desregulación, exploración energética y estrategias fiscales.
Los aranceles de Trump son un factor negativo de su agenda. Sin embargo, el recorte de impuestos, regulaciones, y el fin de la insistencia de que países en desarrollo adopten las políticas anti crecimiento en materia de impuestos, equidad, regulaciones, especialmente las locuras progresistas que promovía USAID, son factores positivos, que, en balance, hace que las perspectivas de desarrollo sean más positivas bajo Trump.